"Me explotó la bomba a doce metros y ha destrozado mi vida"

Marta García es la única víctima del atentado de la basílica del Pilar de 2013. Relata que vio a los terroristas y uno le dijo que se fuera, pero la explosión le cogió de perfil.

Marta García, la víctima del atentado de la basílica del Pilar, el pasado viernes en Zaragoza.
Marta García, la víctima del atentado de la basílica del Pilar, el pasado viernes en Zaragoza.
Guillermo Mestre

"Chis, chis. Te tienes que irte de aquí", le dijo uno de los terroristas cuando Marta estaba en la capilla de San Judas Tadeo, cerca de la salida de la puerta alta de la basílica del Pilar. Era muy tarde. Apenas un minuto después, cuando ella había recorrido apenas cien metros, explotó la bomba compuesta con 2,5 kilos de pólvora y un camping gas. "Pasé por el órgano y al doblar me cogió de perfil y me tumbó al suelo. Estaba a doce metros. Me ha destrozado la vida para siempre. Me temblaba todo y me sangraban los oídos. Estoy viva de milagro", cuenta la única víctima del atentado de la basílica del Pilar del 2 de octubre de 2013, que habla por primera vez, en una entrevista con HERALDO. A sus 39 años y con dos hijos, Marta confiesa que –por miedo– no ha vuelto a pasar por la plaza del Pilar en los dos últimos años.


El terrorista llevaba con mucha ropa encima en un día caluroso, estaba junto a otra persona, y a Marta le llamó la atención del acento que tenía. "Lo vi de perfil y llevaba barba. Luego tenía miedo cuando llegó la ambulancia y el enfermero que estaba allí también tenía barba", señala. Describió al autor del atentado a la Policía, pero paradójicamente no aparece en su declaración oficial.


Marta había ido a la capilla de de San Judas Tadeo porque "es el patrono de los imposibles" y se lo recomendaron para encontrar empleo. Unos días antes había tenido una entrevista de trabajo para una frutería, pero las secuelas que le dejó la explosión de la bomba (el estrés postraumático, los nervios, el miedo a cualquier ruido, la otalgia del oído y la mandíbula afectada) le impidieron seguir.


La vida de Marta no ha sido fácil desde su adolescencia. Se quedó huérfana con solo 13 años, ingresó en el reformatorio de San Viator y lleva trabajando desde los 15 en empleos de limpieza, hostelería y comercio. Pero desde el atentado solo vive del ingreso del Instituto Aragonés de Inserción (IAI), que tardó cinco meses en recibir, tras una ayuda del subdelegado del Gobierno, Ángel Val, y el socorro de sus amigos. "Solo me faltaba que no me reconocieran como una víctima del atentado. Ni lo decían en los periódicos nacionales ni se acordaba la Iglesia", critica.


Tras la explosión, se levantó sola y deambuló en medio de una nube de polvo, como la imagen del 11-S. "La Policía me dijo que me salvé porque la onda expansiva fue hacia arriba. Pensé que iba a caerse el techo. Vi a la guía del grupo de turistas detrás del altar mayor a los que protegía una columna", describe. Le tomaron declaración en la plaza del Pilar y en la comisaría de la Policía Nacional tras atenderla en una ambulancia que no la trasladó a ningún centro hospitalario. En la medianoche, fue a Urgencias del Miguel Servet para que la atendieran la otalgia del oído.


Su letrado, Guillermo Royo, de RT Abogados, denuncia que "es escandaloso" el trato recibido por el Ministerio del Interior al no reconocer su condición. "Tiene la obligación legal de velar por las víctimas del terrorismo y a Marta se le ha negado tal condición, sin dar explicación ni indemnizar lo que corresponde", señala. El pasado viernes la Fiscalía presentó la acusación contra los terroristas: 44 años de prisión a cada uno y 100.000 euros por el daño moral y las secuelas sufridas.

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