“Bruselas estaba blindada, pero el resto de ciudades, no”

Los aragoneses que vuelven señalan que la alerta solo se ha instalado en Bruselas.

Como cada jueves al medio día, el aeropuerto de Zaragoza ha recibido el avión llegado de Bruselas, que posteriormente ha partido con nuevos pasajeros. En este caso, el flujo ha sido bastante escaso y solo han aterrizado alrededor de una treintena de viajeros. El perfil de aquellos que venían era muy variado, pero la gran mayoría estaba en Zaragoza por una visita familiar -viven o estudian en alguna ciudad de Bélgica- o por negocios.


El avión ha llegado puntual, pero desde hacía algunos minutos los familiares y amigos se agolpaban en las puertas esperando la aparición de sus seres queridos. “Estamos tranquilos porque nuestro hijo nos ha transmitido que en la ciudad en la que el vive no se ha notado nada. Bruselas estaba cerrada y con gran presencia militar, pero el resto de las ciudades, no”, explicaba José Antonio. Junto a él, su mujer Alicia suscribe sus palabras. “Él viene porque es un viaje que estaba programado, sin embargo, una amiga suya que estudia en Bruselas sí que se ha vuelto por esta situación. Como cerraron la universidad, les dijeron que hasta después de Navidad no volvería la normalidad y decidió venirse”, subrayaba.


A pesar de la serenidad con la que se expresan, sí que reconocen que han pasado unos días algo inquietos. “Él nos decía que estaba todo bien y nos relajábamos, pero después cuando veíamos el telediario, esa tranquilidad se diluía un poco”, sostenía.


Esta preocupación reside en el estado de excepción que se ha aplicado en Bruselas desde el pasado fin de semana hasta este miércoles por el riesgo inminente de atentado terrorista. Durante estos cuatro días, los cines, museos, centros deportivos, escuelas y hasta el metro han estado cerrados. Una situación que está cambiando.


“El viaje estaba programado desde hace tiempo y he venido para pasar unos días en familia”, señalaba Raúl al poco de bajar del avión. Este joven, que trabaja en Bruselas, subrayaba que el periodo de máxima tensión ha pasado y que poco a poco la ciudad va volviendo a la normalidad. “Están abriendo las paradas del metro, las escuelas... aunque la presencia policial y militar sigue todavía en las calles”, recalcaba.


Una visión similar a la que ha tenido Amparo cuándo ha llegado en tren a Bruselas. “Vivo en Holanda, pero cada vez que vengo a Zaragoza vuelo desde Bruselas y, en esta ocasión, la presencia policial era muy superior a la normal”, afirmaba. Esta zaragozana aseguraba que la zona más vigilada era la estación de trenes, aunque también se podían ver militares con metralletas en el aeropuerto. “Realmente se notaba que la presencia policial y militar se había intensificado”, puntualizaba.


No obstante, esta situación no se extiende al resto de Bélgica. “Yo vivo en Mons y la ciudad sigue como siempre, no ha habido ningún cambio. Todo lo que sé es a través de lo que he visto por televisión y lo que mis amigos que viven en Bruselas me han contado”, destacaba Irene, que ha venido a visitar a su familia.


Por su parte, Diego también ha podido presenciar el cambio existente entre la situación de Bruselas y el resto del país. Este boliviano está viajando por Europa y durante los últimos cinco días ha estado en Bélgica. “En la capital era casi imposible hacer turismo puesto que los museos estaban cerrados por los militares, pero te ibas a otras ciudades como Brujas y no había ningún problema”, recalcaba.


Mientras unos vuelven, otros deben de partir. Algunos lo hacen por ocio, aunque la gran mayoría se ven impulsados por razones laborales. “Trabajo en el departamento de Lengua y Escritura Antigua de la Universidad de Bruselas y tengo que volver puesto que la facultad ha abierto, aunque la biblioteca continúa cerrada”, sostenía María José. Esta zaragozana, que se volvió a casa cuándo se implantó el estado de excepción, señala que la información que reciben los habitantes de Bruselas es totalmente contradictoria. “Abren unos sitios y otros los cierran, realmente no entendemos esta situación”, subrayaba.


Al mismo tiempo explicaba que muchos de sus conocidos consideran que la decisión tomada por el Ministerio de Interior ha sido desmesurada. “No se puede paralizar una ciudad por completo, pero también entendemos que hay que estar prevenidos”, afirmaba minutos antes de pasar a la sala de embarque. Un paso intermedio para volver a Bruselas, donde cada minuto que pasa supone una vuelta a la normalidad.

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