​“La receta de nuestra leche merengada es más secreta que la de la Coca Cola”

El Café Levante cumple 120 años de historia. Concursos de pintura y fotografía, entre los actos de celebración de este establecimiento tradicional.

Camareros en la terraza. Su ubicación en el arranque de la carretera de Valencia le dio nombre al café
Camareros en la terraza. Su ubicación en el arranque de la carretera de Valencia le dio nombre al café

El acogedor Café de Levante ha vivido diversas etapas, ha contado con distintas ubicaciones en la ciudad, pero pasado más de un siglo de vida mantiene esos olores primigenios de la canela y el azúcar de sus dulces y bebidas, y la misma calidez que desde sus inicios en 1895 le impregnó su fundador, Agustín Charles.


Hace 120 años que abrió aquel primer café adosado a la Puerta del Carmen, compartiendo el local de la tienda de ultramarinos de Charles, pero puertas afuera de la ciudad. “Por eso entonces a mi bisabuelo le llamaron loco”, dice Óscar Blázquez, que regenta actualmente el local junto con su mujer, Sonia Iranzo. “Pero él fue todo un precursor para su época”, comenta el sucesor del negocio, pues ya en aquella época inició algunas delicias que han permanecido indemnes al paso de los años, como las horchatas y, especialmente, la leche merengada. “Nuestra receta es distinta a las demás, por eso a la gente le gusta y solo la conocemos en la familia. Es más secreta que la Coca Cola, porque es más antigua”, bromea Blázquez.


El local de estética modernista junto a la Puerta del Carmen, donde arrancaba la carretera hacia Valencia –de ahí su nombre-, pronto se convirtió en un espacio familiar para los zaragozanos, participando activamente en aquella ciudad que cambiaría radicalmente su fisonomía al albur de la Exposición Hispano-Francesa de 1908, donde recibió un premio en un concurso de postres, como atestigua el reconocimiento que cuelga de la memoria de sus paredes.


El aislamiento de la Puerta del Carmen supuso el traslado del local en 1927 al número 9 del paseo de Pamplona, que en ese arranque emprendedor de su fundador logró licencia de veladores y abrió una terraza nocturna, donde serviría una suculenta carta de verano ya entonces con más de 20 tipos de helados y granizados.Tradición de tertulias

En esta segunda etapa del Levante toma las riendas del negocio Félix Blázquez, al casarse con la hija del fundador. Localizado muy cerca de la Facultad de Medicina, en aquellos años el café apuntala la tradición de las tertulias y encuentros de la intelectualidad de la época, en la que también fue muy conocido por los torneos de ajedrez que organizaba. Pero la presión inmobiliaria también hizo mella, y con la venta de la finca en la que se encontraba, el café hubo de trasladarse en 1977 a su actual ubicación de la calle Almagro.


El espíritu de las atmósferas literarias y de los debates que acompasaban los cambios políticos se mudaron con cada nuevo emplazamiento. “Mi padre siempre me decía que en el café se reunían todo tipo de ideologías, pero en el café siempre había paz”, comenta Óscar, sobre el espacio que aloja sus remembranzas de infancia: "Me acuerdo del antiguo local, de sus techos altos y de la gran barra a la que había que saltar para pedir. Luego, te puedes imaginar, los juegos en el almacén para nosotros eran un paraíso”.


Los hermanos Labordeta siempre mantuvieron estrechos vínculos con el Café de Levante, además de otros señeros de la palestra cultural de toda una época como Joaquín Carbonell, o ya, de jovencito, Félix Romeo.


El Levante de la calle Almagro mantiene rasgos modernistas emulando al local originario y la atmósfera decimonónica, con sus mesas y sillas del antiguo café, molinillos manuales de 1900 y jarras de alpaca en las repisas, y una memoria de recuerdos que tachonan sus paredes. Como en un túnel de tiempo, también se pasea por la carestía de la vida a través de las listas de precios rescatadas desde el año 45, cuando un café valía 0,40 céntimos hasta las 12 pesetas de 1975, y con todas las exquisiteces de horchatas, cafés, chocolates y torrijas que han hecho singular al Levante. Aunque lo que más celosamente guardan aquí es su leche merengada, fórmula que ha obrado algunos milagros: “Hay parejas de abuelos de 70 años que siguen viniendo a tomarla, y ya venían cuando eran novios -comenta Blázquez -. De eso es de lo que más orgullosos nos sentimos”.


Aunque esta ignota receta sea el mayor secreto del local, también sus exquisitas croquetas, sus torrijas y sus chocolates arrastran a sus seguidores. “Con los años hemos ido ampliando y corrigiendo la oferta”, comenta el responsable del local, embarullado estos días en los preparativos de este 120 cumpleaños.


Fiel a ese espíritu cultural que ha caracterizado el local, han organizado un concurso de fotografía y de pintura. El ganador de este certamen ocupará el calendario que cada año imprimen y regalan por Navidad a sus clientes, y que ya ha contado con la participación de artistas aragoneses como Paco Rallo, Javier Peñafiel, José Luis Cano o Jorge Gay.

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