"Participando en la Carrera de la Mujer siento que lucho por mí misma. Por una causa que me está tocando vivir en primera persona, y con la que espero colaborar en todo lo que pueda en el futuro". María Clavero (Zaragoza, 1984) es una de las más de 800 aragonesas a las que en 2015 se les diagnosticó cáncer de mama. Una enfermedad que se debe "tratar a tiempo", y que este domingo le hará saltar a las calles de la capital aragonesa para reivindicar que la mejor medicina de quienes la padecen es "salir de casa" y rodearse de gente que transmita "buenas vibraciones".

Junto a otras 8.000 participantes, Clavero completará un simbólico recorrido de 6,5 kilómetros con salida en la plaza de España y llegada frente a la Basílica del Pilar. El suyo particular arrancó ya a comienzos de año, entre la frialdad propia del invierno y de las circunstancias en que se hallaba. "El 26 de enero de este mismo año, se me diagnosticó un tumor de grandes dimensiones en el pecho. La noticia cayó como un jarro de agua fría porque mi segundo hijo, Diego, había nacido 18 días antes. Cuando llegué a casa y lo vi junto a su hermano, David, solo era capaz de llorar. Pensaba en lo peor y en lo pequeños que eran", recuerda emocionada esa primera fase de desmoralización, de la que logró restablecerse por idéntica razón.

"Después de llevarme el batacazo, con el paso de los días, volví a mirar a mi alrededor y encontré esos dos hijos a los que quería ver crecer, y un marido en el que apoyarme. Como es normal, la familia y mis amigos están siendo el principal soporte", añade, y destaca una figura fundamental en su recuperación: "El 9 de febrero, visité a Javier Cortés, jefe de la Unidad de Cáncer de Mama del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Él fue el primero que se mojó para bien. Me dijo que no estaba allí para mejorar mi calidad de vida, que me esperaba una temporada complicada pero acabaría curándome".

Con esas palabras, el doctor Cortés le inyectó una dosis de moral "necesaria" para emprender el tratamiento y, por suerte, respondió bien. "Comprobar que las sesiones de quimioterapia tenían resultado y el tamaño del tumor se reducía, me hizo ver que podía salir adelante", comenta, y celebra que el 4 de agosto pudiese ser operada "satisfactoriamente".

Una vez recuperada y repuesta de la intervención, el 13 de octubre inició la fase definitiva: el tratamiento por radioterapia en el que todavía se encuentra inmersa. "Me quedan 12 sesiones por delante y, si no hay complicaciones, el 26 de este mes de noviembre espero haberlas terminado", adelanta Clavero, sobre la recta final de una carrera de 10 meses que ha volteado la dirección de una vida entera.

Esa que ahora valora desde una perspectiva más reducida y optimista. Esa a la que se agarró con fuerza tras contemplar su alrededor y encontrar los motivos por los que seguir luchando.

"Ahora que me veo prácticamente curada, doy las gracias al cáncer por todo lo que me ha enseñado. Disfruto cada minuto pensando que hay un hoy, y no un mañana. A todas esas mujeres a las que se les acaba de diagnosticar, les diría que, hasta una persona tan pesimista como yo, fue capaz de hacerse fuerte ante la adversidad. Que se nutran de la vitalidad de quienes atraviesan una situación todavía peor. Que se levanten cada día con ganas de batallar", concluye.