La multiplicación de los panes y los churros

El Refugio sirve cada mañana más de 70 desayunos, una cifra que ya está por encima de su aforo y que, con el frío, se incrementará.

Angelines, voluntaria, le sirve el café a Marcelo (de rojo), fijo en estos desayunos.
Angelines, voluntaria, le sirve el café a Marcelo (de rojo), fijo en estos desayunos.
toni galán

"No me saques foto, no quiero salir. Mi familia no lo sabe". Pedro (nombre ficticio) tendrá unos 50 años. Las noches empiezan a ser frías, y cada mañana acude al Refugio, en la calle de Crespo Agüero. Allí hay barra libre de churros, café con leche y colacao y, los fines de semana, bollería a cuenta de la conocida pastelería Tolosana. Los churros los dona un proveedor que prefiere no identificarse, pero la partida es generosa, porque tocan a, al menos, cuatro por cabeza, y son más de 80 estos días.


Ese es el problema: demasiadas bocas y un aforo ya sobrepasado antes de que haya comenzado el frío de verdad. Manuel Marqueta, hermano mayor del Refugio, asegura que no faltan alimentos, pero el espacio empieza a ser un problema. A diario, tienen que meter a seis comensales en mesas de cuatro e incluso usar otros espacios alternativos. "Tenemos estas puertas abiertas por la mañana desde hace dos años, y la demanda ha ido en aumento. El año pasado, el día que más tuvimos fueron 110, pero seguramente lo superaremos este", explica.


Las cifras contrastan con los anuncios sobre que empiezan a existir menos situaciones de emergencia. De entre los que llegan al desayuno, muchos (unos 58) duermen en el Refugio y acuden directamente. Otra veintena entran de la calle, aunque pocos quieren decir dónde duermen. Es su secreto a voces que la mayoría lo hacen en portales y cajeros, o bajo los puentes. Pero también hay otros que, después de desayunar, se van a trabajar "haciendo chapuzas", en negro. Y claro, esos tampoco quieren que se difunda su nombre ni su rostro. Algún otro tiene techo, pero es un alivio económico hacer las comidas fuera de casa, cuando la situación es de extrema necesidad.


Mientras, la aportación económica del Ayuntamiento para una institución que reparte diariamente comida, ropa, leche de fórmula para bebés, y da abrigo y cobijo a diario (en invierno, con calefacción incluida)es de 15.000 euros al año. Es cierto que la Unión Europea está suministrando importantes cantidades de comida, y que hay un buen puñado de empresarios y grupos que ofrecen productos de forma desinteresada, pero toda ayuda es poca. "Sí que nos hubiera gustado que la Corporación actual viniera a visitarnos y a conocer nuestro trabajo diario, esperamos que lo hagan pronto", insiste Manuel Marqueta.


Marcelo Binaghi (50 años) es uno de los habituales, y también duerme en el albergue. Su vida cambió después de que su mujer falleciese tras una larga enfermedad hace casi un año, y por "circunstancias" –como él apunta– se ha quedado en la calle. "Un día te encuentras aquí, que es algo que le puede pasar a cualquiera, porque la vida da muchas vueltas. En el Refugio te dan cama limpia, alimento, te lavan la ropa, tienes médico... Es un recurso muy necesario y nada es suficiente para agradecérselo", explica.No hay más gente en la calle

Otro recurso social que tiene servicio abierto de desayunos es el albergue municipal. Aquí estos días estarán dando unos 130 cafés, una cifra que aún es moderada. "No notamos que haya más gente en la calle que antes, ni que haya un efecto llamada. Ha sido un verano tranquilo y pronto empezaremos con la campaña de invierno", explica el director, Gustavo García.


Esta, normalmente, arranca alrededor del 20 de noviembre, aunque depende mucho de la meteorología, sobre todo de si llueve o el frío se hace sostenido en el tiempo.


Desde este centro aseguran que la campaña se afronta de forma parecida a la del año pasado, pero han presentado algunas mejoras que deben ser aprobadas por el Ayuntamiento.

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