Medio siglo de evangelización y reivindicación en El Picarral

La Parroquia de Belén, unida históricamente a la lucha obrera y vecinal, celebra 50 años de vida.

Imagen del reciente concierto ofrecido en la parroquia, uno de los actos de celebración de los 50 años de la parroquia
Imagen del reciente concierto ofrecido en la parroquia, uno de los actos de celebración de los 50 años de la parroquia

"No se entendería la parroquia sin el barrio y el barrio sin la parroquia". La Parroquia de Belén, en el Picarral, celebra en 2015 sus 50 años de vida evangelizadora en la Margen Izquierda, y también de trabajo y apoyo a la lucha obrera y las reivindicaciones vecinales a lo largo de las décadas.


Medio siglo de vida que se ha conmemorado con diversos actos en homenaje a las personas que hicieron posible el trabajo colectivo en la parroquia. Como culminación, se ha organizado una exposición que puede verse hasta el mes de agosto en los locales parroquiales, y la publicación de un libro que en el que, a través de 27 testimonios, narraciones históricas, cartas personales, artículos y reflexiones, traza un recuerdo vivo y conjunto de Belén.


"Lo que más caracterizó a esta parroquia es estar a pie de calle, que los jesuitas estuvieron de la mano con la asociación de vecinos, y su implicación y compromiso social", dice Javier Arruebo, párroco desde hace dos años y vecino de la zona durante toda la vida.


El libro da cuenta de cómo Belén fue punto de encuentro para muchos vecinos, como el caso del matrimonio formado por Mari Tere Ariza y Carlos Serrano, que se conocieron en los ejercicios espirituales en el año 69. "Fuimos la primera pareja que contrajo matrimonio de estos grupos", relatan en el libro, y luego ellos mismos organizaron reuniones que sirvieron de encuentro para otras parejas del barrio. "Nuestra casa parecía un agencia matrimonial", rememoran.


El 1 de junio de 1965 se erige la Parroquia de Nuestra Señora de Belén al desmembrarse de la antigua parroquia de Altabas, y un año después se firmó el convenio de encomienda canónica a la Compañía de Jesús. En los terrenos del Camino de Juslibol en los que se encuentra actualmente el polideportivo San Braulio, los conocidos entonces como suburbios, se construyó el primer conjunto de casas parroquiales, que llegaron a ser el punto vital de todo el barrio. "Allí se acercaban jóvenes y mayores, se hacía teatro, guardería, clases de educación de adultos, asambleas, charlas y hasta fue sede del grupo de montaña Pirineo y del grupo juvenil Amistad", recuerda Juan José Jordá, de la asociación de vecinos. En el gran patio abierto, se organizaba cine, festivales, y hasta por allí pasaron Labordeta o La Bullonera. Posteriormente, la parroquia pasó a la calle Juslibol, y desde el año 94 ocupa su actual emplazamiento. En septiembre de 2013 los jesuitas dejan la parroquia a cargo del arzobispado y asume la parroquia el cura actual.Huelgas y movilizaciones obreras

"Eran sacerdotes que no solo hacían misa, hacían barrio", dice Jordá, y en su sede se acogió la creación de entidades vecinales, sociales y sindicales, como la Asociación de Cabezas de Familia del Picarral. También tuvo un importante papel de apoyo en las luchas obreras de los años 70 con empresas como Nurel, Caitasa, Balay, TUSA (Talleres Unidos Sociedad Anónima), etc. "Se empezaban a ver los albores de la democracia y a nivel industrial hubo muchas movilizaciones en busca de convenios, negociaciones colectivas y derechos, y la parroquia dejaba sus locales y había reuniones, asambleas y encierros... Por allí estaba permanentemente la Brigada Político-Social", recuerda el representante vecinal. Una época en la que tuvo un papel preponderante el padre Juan Acha, muy recordado en la publicación.


Otros hitos en los que también estuvo implicada la parroquia fueron las movilizaciones vecinales del año 84 ante la llegada de Juan Pablo II a Zaragoza y la decisión de derribar las chabolas de la avenida Pirineos, en el entorno de la explanada donde se celebraría una gran misa; o el apoyo al cura de la localidad de Fabara..


También en los años 80, la parroquia estuvo codo con codo con los vecinos en sus demandas para que dejaran de pasar los tanques por las calles del barrio. Las divisiones de tanques venían de sus lugares de origen en ferrocarril y desembarcaban en la Estación del Norte, y circulando sobre sus cadenas recorrían la avenida de San Juan de la Peña, Valle de Broto y la avenida de los Pirineos hasta llegar al campo de tiro de San Gregorio.


En sus reivindicaciones por sacar esta maquinaria bélica del barrio, hasta se llegó a fabricar un tanque de cartón a tamaño real en un desfile humorístico de las fiestas del barrio. "Eran un riesgo porque se cruzaban con autobuses, transporte y vehículos, y una molestia", recuerda Jordá, quien subraya que también en estas movilizaciones "el barrio y parroquia éramos uno".