Los vecinos de las calles Ricla y Fita, hartos de las 'resacas' del día después en sus portales

Los usuarios de los locales trasladan la fiesta a las calles que despiertan llenas de suciedad.

Algunos locales de la calle Fita.
Algunos locales de la calle Fita.
M.R.

“Abren todos los días salvo uno”, sentencia Mari Sol Pardos, presidenta de la Asociación de Vecinos Puerta del Carmen. Pardos se refiere a la situación que viven las calles Ricla y Fita, ambas bocacalles de Doctor Cerrada, como consecuencia de la gran afluencia de los bares de la zona. 


La asociación vecinal explica que ya han desistido de poner fin a los ruidos que tienen que sobrellevar cada madrugada, no así con la suciedad y el mal comportamiento de los usuarios de los locales de estas céntricas vías. El civismo de la clientela de estos bares, dicen, brilla por su ausencia a juzgar por las sorpresas que cada mañana encuentran en sus portales y aceras: restos de pis, litronas, vasos o vomitinas.


Pardos echa la vista atrás para recordar cómo uno de los edificios de la calle Ricla despertó una mañana con los extintores recién instalados vaciados en el mismo rellano. Puertas forzadas, destrozos en los portales y pintadas son consecuencias habituales de las noches de juerga en esta calle. La situación se extiende a la próxima calle Fita, conocida por su ambiente gay.


“Los barrenderos dicen que son unas calles horrorosas”, transmite Pardos al mismo tiempo que sugiere la posibilidad de soterrar los contenedores para evitar sustancialmente la suciedad.

“Podría hacerme una vajilla”

Cristina es propietaria de una gestoría en la calle Fita que tanto los viernes como los lunes no olvida echarse al bolso un par de guantes de látex para levantar la persiana impregnada en sustancias de dudosa naturaleza. Lejos de tener que encontrarse únicamente a la ‘resaca’ de la fiesta, en más de una ocasión ha tenido que hacer frente a situaciones tan incómodas como ver a dos chicos orinar en la puerta de su local mientras ella se encontraba trabajando dentro. Cuenta que lo más escandaloso ocurrió estas últimas fiestas del Pilar cuando ya por la mañana vio a dos mujeres practicando sexo sobre un coche. Resentida, bromea: “Todas las semanas podría hacerme una vajilla con los vasos que me tiran dentro de la persiana”.


Acaba de abrir un local y ya ha tenido que poner medidas contra el vandalismo instalando una persiana a ras de calle. “Cuando cogí el local no había y me encontraba de todo, desde vomitinas, a pises, a cubatas…aún fregando no se quitan los meados”, recuerda Charo, dueña de un local de estética.

Bares vacíos y calles llenas

Los bares de la calle Fita también sufren las desagradables costumbres de su clientela y se quejan de que mientras “los bares están a medio gas, la calle está llena de gente haciendo botellón”, cuenta Javier Rodríguez, propietario de la sala Urano. Culpa a ciertos empresarios de la calle de permitir la entrada a menores de edad y asegura que la policía “no lo controla” a pesar de que “continuamente” transitan por la calle.


Desde el local MEN se suman a la reclamación de Rodríguez respecto a la permisividad con la que los menores pueden entrar a los locales, y añade que “otras discotecas dejan sacar los vasos a la calle”. Dicen que MEN “es uno de los locales más tranquilos”, según los vecinos porque su clientela es fija y su edad ronda entre los 30 y los 50: “Vienen, entran, se toman la copa y se ponen a charlar”, explica su encargado, José Luis Pineda.


Propietario de la Sala 976, situada en la calle Ricla y foco de las protestas, Fernando Izcara niega la existencia de problemas y data el último de hace cuatro años. “Procuro controlar la situación dentro y fuera del local, a la mínima llamo a la Policía”, dice Izcara que apunta que no es el único local de la calle sino que existen bares “mucho más conflictivos” a cuyos usuarios acusa de sacar vasos fuera y orinar en la vía pública. Su establecimiento abre de 18.00 a 22.00 como Sala 976 y de 00.00 a 6.30 bajo el nombre de Latin Palace. “Mis vecinos tiene que estar muy contentos y me echarán de menos cuando me vaya”, vaticina.

Un nuevo local en Fita

Los vecinos del número 9 de la citada vía ven cómo la Policía tiene las manos atadas ante la situación: “Hay vecinos que han denunciado pero cuando llegan se moderan”, cuenta Loreto, que no ve dentro de la normalidad el encontrarse cubatas e incluso profilácticos dentro del portal. Diego se resigna: “Compré la casa con los bares. El ritmo bajó pero ahora se está volviendo a intensificar”.


Julia no sufre a los usuarios de los bares en el portal de su vivienda, en Fita 20 “porque el escalón es bajo y no se sientan”, comportamiento extendido en todos los bordillos de ambas aceras.


Próximamente, un local que hace meses cerró, volverá a reabrir en la calle Fita donde es habitual el subir y bajar de persianas: "Cuando cierra un bar, al poco tiempo reabre con otro nombre", explica José Manuel, vecino de la calle desde hace 30 años.


Fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza revelan que sobre los locales Urano, Woman y 976 no pesa ninguna denuncia en la actualidad.