Goya joven, pincelada eterna

El Museo Goya de Zaragoza ofrece todo el esplendor y el arte del artista aragonés aún en formación, pero de trazos ya firmes y únicos, que repitió y desarrolló a lo largo de su gran obra.

Aníbal vencedor que por primera vez miró Italia desde Los Alpes (1770-71).
Goya joven, pincelada eterna

Tenemos tan presente su nombre y su figura que a veces olvidamos su genialidad y la grandeza de su obra. El Museo Goya de Zaragoza (antiguo ‘Camón Aznar’) ofrece hasta el próximo 28 de junio la posibilidad de ver a un Francisco de Goya diferente, pero de trazo eterno y magistral pincelada, con la expresividad ya en su mano marcando esos rostros tan suyos, tan característicos, de rasgos clásicos aragoneses que tanto repitió a lo largo de toda vida artística.


Son 29 obras, más la carta de Manuel Bayeu a Martín Zapater, amigo y confidente de Goya, que data la fecha de su partida a Madrid. A través de ella se ve cómo era entre 1646 y 1775, año en que se traslada a la capital del reino llamado por su cuñado Francisco Bayeu y por el pintor Antón Rafael Mengs, en su deseo de llegar a convertirse en pintor de la corte. Un artista joven e inquieto, en formación, en su primera etapa artística y más desconocida.


El museo nos regala la oportunidad de ver obras como la ‘Virgen con el Niño’ del coleccionista zaragozano Félix Palacios; ‘La Piedad’, que se expone por primera vez al público; o ‘Huida a Egipto’ y ‘Muerte de San Alberto de Jerusalén’, que se exhiben por también por vez primera como obras suyas. Un conjunto de obras cedidas por la Colección Ibercaja, Museo del Prado, Museo de Zaragoza, Biblioteca Nacional, Calcografía Nacional y otras fundaciones y colecciones particulares.