Un mar de lloros en casa del zapatero

Los vecinos de la madre marroquí que ingresó en prisión por matar a dos bebés explicaron ayer que no hacían más que oír lloros de la niña y muchos familiares acudían al domicilio. Todos conocían al marido de la detenida porque es zapatero y los recibe en su negocio.

La humilde casa donde residen la madre de los bebés (I. B.) y su marido, Mimoun, un zapatero muy conocido, está situada en la calle de Florián Rey, número 19, en el corazón del barrio de Las Fuentes. Ayer no había nadie en la vivienda porque el padre tiene mucho trabajo y solo se deja ver a últimas horas de la noche. Pero tampoco estaba en su negocio, en la próxima calle de Salvador Minguijón, donde recibe a muchos clientes para cambiarles las tapas de los zapatos o hacerles copias de llaves.


A ningún vecino de la casa les son desconocidos, sobre todo él, porque lleva unos diez años instalado en el barrio. Pero ella llegó a España hace seis años, según comenta su abogado defensor Pedro Pascual, que lleva el caso a través de un conocido común.


"Son personas normales y mejores que otros vecinos. Nunca hemos oído que tuvieran peleas, jaleos o problemas", explica una vecina que vive pared con pared a la familia marroquí.


"El padre estaba triste"


"El otro día le pregunté al padre por el bebé y me dijo que se les había muerto. Estaba triste. Siempre solía hablar con él y le llevamos siempre cosas a su negocio. Me ha sorprendido lo que ha pasado estos días (la detención de la madre). Lo cierto es que cada uno tiene sus costumbres, pero su vida ha sido normal", agregó la mujer a la hora de la comida en la que no se escuchaba a nadie en la vivienda de I. B. y Mimoun.


Pero, más que la tristeza del padre, lo que le ha quedado marcado a otra mujer que reside en el mismo rellano es el mar de lloros que escuchaba a menudo al bebé que ha fallecido.


"Había muchos familiares que solían venir a casa, pero aun así la chica lloraba sin parar", comenta una madre que tiene una hija y sabe bien de lo que habla.


En el año y medio que han compartido con el zapatero y su mujer la vivienda del barrio de Las Fuentes, no escucharon ningún grito o signos de pelea. "Él es más serio y ella mostraba más sonrisas. Pero cuando escuchaba llorar al bebé parecía que no iba a callar nunca", explica una de las vecinas del edificio.


La versión de la muerte súbita


Otra mujer se mostró horrorizada y extrañados por esta tragedia, dado que aparentaban ser una familia normal. Al que le preguntaban solían comentarles que se trataba de una "muerte súbita".


Aunque se enteró por la prensa de que una mujer había sido detenida en Zaragoza por la muerte de su bebé y que como ella sabía que la hija de la joven había fallecido pensó: "Será éste".


Cuando se refieren al marido de la joven, zapatero de oficio, coincidían en que es una "persona muy buena" con el que hablaban mucho cuando iban a visitarlo en su establecimiento próximo.


En cuanto a la joven, la veían por las escaleras y le decían "buenos días y adiós". Ella, como casi no sabía hablar el castellano (de hecho ayer necesitó un intérprete en el juzgado), "solía sonreír". "Ponía el bebé en el cochecito y bajaba", explican.