Al menos 139 personas duermen en la calle en Zaragoza

Este jueves se realizó el tercer recuento de personas sin techo en la capital aragonesa. La cifra aumenta a 342 si se tienen en cuenta los que anoche dormían en distintos servicios de acogida.

Una noche con los voluntarios de Cruz Roja y
Al menos 139 personas duermen en la calle en Zaragoza
L.U./V.M.

Cajeros, porches, casetas abandonadas, parques y los más desafortunados, a merced completo de la intemperie. Cruz Roja y la Coordinadora de Centros y Servicios de Personas sin Hogar ha realizado durante la madrugada de este jueves el tercer recuento de personas sin techo en la ciudad de Zaragoza. Un censo que busca poner datos fidedignos a una realidad palpable en las calles de la capital aragonesa pero que muchas veces escapa, o incluso supera, cualquier estimación o estadística.


Desde las 21.00 hasta pasada las dos de la madrugada más de 350 voluntarios pertenecientes a Cruz Roja y otras asociaciones peinaron los distintos barrios zaragozanos divididos en cincuenta equipos con la intención de recabar información y conocer de primera mano la situación de, al menos, un porcentaje de las personas que cada día tienen que buscar refugio a falta de un techo que les cobije.


Solo durante las horas que duró esta iniciativa, los equipos de voluntarios desplegados constataron que 139 personas duermen en las calles de Zaragoza. A ellos, además, se les sumó todos aquellos que pueden hacer uso, aunque sea temporalmente, de servicios como el Albergue Municipal, El Refugio y otros recursos. En total, a falta del cierre de los datos definitivos, 342 personas carecen de un hogar en el que dormir en Zaragoza, sumando los que lo hacen en la calle y los que este jueves tenían cobijo en los distintos espacios de la coordinadora.


En 2012 se identificaron a 186 personas en la calle, lo que según el primer análisis de Cruz Roja indica que cada vez hay más personas que carecen de hogar pero también que ahora este colectivo acude y encuentra más respaldo en las plazas ofertadas desde los distintos centros. No en vano, hace dos años no estaba activado el espacio de emergencia por la campaña de frío que ahora despliega el Albergue y que este mismo jueves acogía a 67 personas.


Cada grupo de voluntarios, dirigido por un coordinador, se distribuyó a cada una de las zonas de la ciudad para localizar a personas en cajeros, porches, parques, puentes y acercarse a ellos -siempre que estuvieran despiertos- a preguntar si querían colaborar de forma anónima en un cuestionario que servirá para formular un futuro estudio sobre la situación de las personas sin hogar en la ciudad de Zaragoza.


Antes de dar comienzo al dispositivo, la trabajadora social de Cruz Roja, Patricia Borraz, advertía de una circunstancia ya latente en muchos casos entre este colectivo: “El perfil de las personas que se ven abocadas a vivir en la calle o regentar los servicios sociales ha cambiado mucho a raíz de la crisis. Cada vez percibimos más casos de personas 'normalizadas', sin problemas de exclusión social de gran calado, a quienes el deterioro económico de los últimos años ha llevado a esta situación”.


Los resultados del anterior estudio, publicado en 2013, ya dieron cuenta de estas nuevas situaciones. Aunque el alcoholismo, los problemas de drogadicción, u otros tipos de exclusión social siguen copando la mayor parte de los casos, se comprobó que el número de mujeres que duermen en la calle había aumentado, que cada vez se encontraban casos de personas más jóvenes y que hasta un 70% de los encuestados declaraba que la falta de trabajo fue la principal causa de su situación; siendo hasta el 80% de ellos parados de larga duración.


Heraldo.es acompañó a uno de los grupos de voluntarios durante la noche del jueves, que se desplegó por el entorno de la Estación Delicias y su distrito. Allí, Cruz Roja entró en contacto un grupo de magrebíes que llevaban casi tres años viviendo de forma continua en uno de los antiguos quioscos, ahora desocupados, que se levantaron con motivo de la Expo, con una mujer que dormía a la intemperie, y con dos españoles de mediana edad a los que el desempleo había forzado a vivir en la calle.


“Tengo 22 años cotizados como trabajador, y ahora, con 47 años, lo único que me separa de cualquier persona normal es no encontrar ningún empleo”, relataba Arturo, un asturiano que tras perder su empleo en su comunidad natal y varios problemas personales, solo ha podido ir enlazando varios empleos temporales en el campo andaluz. Llegó a Zaragoza hace poco más de un mes. Este jueves contaba su tercera noche durmiendo a las afueras de la estación y al acabar de responder el cuestionario de la Cruz Roja, recogía sus pertenencias para buscar algún cajero en el que pasar la noche después de que la lluvia empapara los cartones en los que había dormido los últimos días.


En una situación distinta, aunque también límite, se encontraba Ahmed, uno de los marroquíes que desde hace tres años vive casi de continuo en uno de los quioscos abandonados cercanos a la estación. Explica que no cuenta con ninguna ayuda, y que apenas ha encontrado trabajo como temporero en los últimos años. Pese a todo, se siente afortunado por compartir con otras dos personas un espacio de 20 metros cuadrados, lugar 'privilegiado' por el que cuenta haber tenido algún que otro encontronazo con el grupo que tenía instalado un asentamiento chabolista en un solar vacío entre la avenida de Navarra y la calle de Rioja, el cual fue desalojado por la Policía el pasado 24 de octubre.


“Cada persona en esta situación es un mundo. Nosotros en esta ocasión intentamos conocer sus circunstancias y proporcionales información sobre los distintos servicios públicos y lugares de asistencia social a los que pueden acudir.”, explica Miguel Ángel Labarta, coordinador del equipo distribuido en esta zona, que también colabora en el programa diario que Cruz Roja realiza distribuyendo algunos alimentos y siguiendo la evolución de los sin techo de la capital. “Por suerte, cada vez hay más que conocen y hacen uso de los servicios de duchas, lavandería o el albergue”, asevera, señalando además que “en la gran mayoría de las ocasiones, lo que estas personas más aprecian de nosotros cuando nos acercamos a ellos es que les prestemos un rato de charla cordial y amena”.