El Ayuntamiento ultima una ordenanza para unificar los criterios estéticos de la ciudad

Urbanismo prepara una nueva normativa que dará un tratamiento homogéneo a luminarias, pavimentos, veladores, mobiliario...

Vista de la calle Alfonso, la plaza de Sas y la basílica del Pilar, al fondo.
El Ayuntamiento ultima una ordenanza para unificar los criterios estéticos de la ciudad
Oliver Duch

De momento es solo un borrador, pero todos los grupos municipales estudian ya el proyecto de ordenanza de diseño y protección del paisaje urbano que está definiendo el Ayuntamiento. Con esta normativa se pretende poner fin al ‘pastiche estético’ de la ciudad y unificar criterios sobre la escena urbana. Así, se pretende dar un tratamiento homogéneo a las fachadas, los toldos, los enrejados, los pavimentos, el mobiliario urbano... Recoge el texto provisional, además, siete ‘zonas especiales’ en las que la ordenanza hace hincapié, especialmente en lo referente a su ornato y a las rehabilitaciones. Son cinco espacios que se refieren al corazón de la ciudad (plaza del Pilar, calle Alfonso, Independencia, San Vicente de Paúl y plaza de los Sitios), que se amplían también a la calle de Conde de Aranda y al entorno del paseo de Fernando el Católico y la plaza de San Francisco.

Curiosos son detalles, por ejemplo, como que las fachadas de la calle Alfonso han de ser claras y tienen vetado el uso del ladrillo visto, o que en el entorno de la plaza de los Sitios todo el diseño ha de recoger el espíritu de las bases de edificación de la antigua huerta de Santa Engracia (allá por 1906).


Explican fuentes de Urbanismo que se trata de una "ordenanza transversal", que ‘picotea’ y se ocupa de competencias ya reguladas en otras normativas como las de zonas verdes, veladores, arbolado urbano e, incluso, cementerios. Es esta condición de ‘cajón de sastre’ la que hará que no tenga un régimen sancionador (se entiende que las multas se incluyen en las distintas regulaciones específicas), pero sí que generará documentos de naturaleza técnica que deberán seguir los proyectistas.


Es "un complemento de las normas urbanísticas del plan general", explican, al tiempo que reconocen que era necesario impulsar una norma de este tipo "para frenar la pérdida de cualidades específicas que desde hace decenios sufre el Casco Histórico". De hecho, recorriendo sus principales calles se puede comprobar cómo hay hasta doce tipos de baldosas diferentes o seis modelos distintos de farolas. Fachadas, cubiertas, medianeras o tendidos aéreos también se someterán a examen buscando "no tanto una uniformidad, como una homogeneidad ambiental".


Discordantes (o feos)


Para procurar corregir algunas aberraciones ya existentes se va confeccionar un "inventario de edificios y locales discordantes" que recogerá los inmuebles "que más deterioran el área urbana". Se trata de construcciones a las que se procurarán mejoras para armonizarlas con su entorno porque, en tono de ‘mea culpa’, la ordenanza también deja entrever que en la revisión del plan general de 1986 se perdió el norte estético o, al menos, se desestimaron "complejidades y particularidades" como los vuelos, perfiles y alturas de edificios del Coso, Conde de Aranda o la calle Alfonso.


Son muchas las ciudades europeas que cuentan con una ordenanza de protección del paisaje urbano, si bien la zaragozana se inspira esencialmente en la miscelánea de normas que se aplican en Barcelona y en Santa Cruz de Tenerife. Entre los objetivos del texto figuran "mejorar la calidad del paisaje urbano y darle coherencia ambiental". También se pretende fomentar el uso del espacio público por los viandantes y, en sus diversos ámbitos, se comprueba cómo la ordenanza apuesta por los recorridos a pie. "Hay que devolver al viandante el protagonismo que ha ido perdiendo en el último siglo en favor del automóvil", se lee en la parte expositiva, que no entra al debate sobre la posible peatonalización de Don Jaime o del puente de Piedra como se planteó en su génesis.


Lo que sí se incluye en el título segundo de la ordenanza es la necesidad de humanizar el entramado urbano mediante una malla de parques y jardines que, si bien no pueden ser pulmones de gran extensión, sí "constituyen un elemento básico" de una ciudad amable, que quiere recuperar espacios para el paseante. Se citan en concreto los bulevares de Sagasta, Gran Vía, el Coso Alto o Constitución como zonas en las que "la marcha a pie puede competir eficazmente con el automóvil".


Ampliando los límites


El portavoz de IU, José Manuel Alonso, recordaba ayer que esta ordenanza fue un encargo del Plan Integral del Casco y que, "aunque el texto incluye elementos interesantes, no responde a lo que se había pedido". "No entendemos que se hable de cementerios o que se extiendan los andadores hasta el paseo de Sagasta cuando se supone que es un texto que están llamados a debatir los vecinos del Gancho, la Magdalena, etcétera", comentó Alonso.


Al proyecto aún le queda mucho recorrido hasta que sea aprobado en pleno, aunque el deseo de protección de los 1.382 edificios catalogados de Zaragoza quizá azucen su tramitación. Ayer el concejal de Urbanismo, Pérez Anadón, tuvo las máximas cautelas a la hora de recalcar que "solo es un borrador, que ha de someterse a la participación ciudadana para enriquecerlo con debate y sugerencias".