Pequeñas joyas entre los delantales rojos

Una treintena de puestos ofrecen hasta el próximo domingo en la Multiusos todo tipo de mercaderías con un objetivo solidario. La gran afluencia apunta a que se podrán superar los 580.000 euros recaudados en la edición del año pasado

Los hay que compran por necesidad, por capricho o por impulso irrefrenable. También por amistad o, incluso, por nostalgia, al ver algunos discos de pizarra o aquellos clásicos de la literatura universal que publicaba Salvat en los 80. Todos son bienvenidos y todos, por poco que se rasquen el bolsillo, colaboran en una buena causa con la Fundación Federico Ozanam: la que sirve para construir centros residenciales y atender a más de mil personas mayores cada año. 


Hasta el próximo domingo 2 de noviembre (en horario ininterrumpido de 11.00 a 21.00) la sala Multiusos del Auditorio continuará convertida en un torbellino de delantales rojos. Un ir y venir constante de voluntarios (unos 900) siempre con una sonrisa y algo con lo que tentar al visitante. Y tocan todos los palos: desde mantelería para vestir la mesa la próxima cena de Nochebuena, pasando por abrigos de temporada por apenas 30 euros e, incluso, un hermoso piano del año 1920, que "está un poco desafinado pero en bastante buen estado". Esta pieza cuesta 600 euros (transporte incluido) y es –acaso– de lo más caro que se puede encontrar en un salón plagado de objetos ‘de picar’. Juguetes infantiles, collares, pulseras, decenas de zapatos –algunos auténticas gangas– y películas de vídeo están en el ‘top’ de los productos que acaparan el interés, si bien cuentan los iniciados que es bien interesante la oferta de ropa blanca y la de menaje de hogar. Y debe ser cierto, porque por las escaleras de la plaza de Miguel Merino se ve a más de uno pasando apuros para portar lámparas de pie y en el tranvía hacen malabares para no molestar con bultos (¿un espejo estilo Luis XV?) de grandes dimensiones. 


A juzgar por el trajín de los primeros días –de viernes a domingo recaudaron 204.479 euros y, además, ayer fue "una mañana de locura", según la organización–, 2014 espera superar con creces las 150.000 visitas del año pasado. Enrique Santamaría, presidente de la Fundación Federico Ozanam, aún recuerda cómo el primero de los rastrillos organizados hace 27 años recaudó lo que hoy serían unos 42.000 euros. Esa cifra se multiplicó por catorce el año pasado, lo que sirvió para dar cobertura a "todo aquel que no tiene una residencia por falta de recursos económicos". Explica Santamaría que antes la mayoría de demandantes eran inmigrantes pero, a consecuencia de la crisis, hoy calculan que el 65% de los atendidos son españoles. La recaudación del rastrillo se destinará en 2015 a programas de empleo, vivienda y mayores. 


Para continuar con esta labor, se han desplegado "productos para todos los gustos y todos los bolsillos" que, además, cuentan este año con alicientes especiales (sin mencionar los dulces ‘gourmet’ de la entrada). Se anuncian en la semana que le queda a esta cita solidaria actividades como firmas de libros (el sábado pasó la escritora María Frisa), visitas de deportistas del CAI y el Real Zaragoza, un ‘pequerrastrillo bilingüe’ –todo sea por aprender inglés–, o el sorteo de cena y noche de hotel entre todos aquellos que se fotografíen a las puertas de la Multiusos con un delantal rojo. Ayer, la jota se acercó hasta el rastrillo de la mano –o mejor, de las voces– de Beatriz Bernad y Nacho del Río.