Casi 3.000 personas festejan el 30 aniversario de Interpeñas con circo, ferias y un rancho gigante

Hubo que comprar 900 kilos de ternera y 400 de patatas para hacer la comida.
Los peñistas echaron en falta más atracciones gratuitas

Tantos peñistas hubo que algunos aún no habían empezado a comer cuando otros ya salían.
Casi 3.000 personas festejan el 30 aniversario de Interpeñas con circo, ferias y un rancho gigante
Francisco Jiménez

Cuando se reúnen, lo hacen a lo grande. Interpeñas, con motivo de su 30 aniversario, congregó ayer a casi 3.000 personas en Valdespartera en una jornada ‘pospilarista’ que contó con actividades para todos los gustos: circo, ferias, partidas de guiñote, música... Pero lo que más llamó la atención –por mucho que sea algo habitual en las fiestas que celebra la Federación– fue la enorme comida popular de la que todos disfrutaron: un estofado de carne para tanta gente que se necesitaron seis rancheras gigantes para guisar 900 kilos de ternera y otros 400 de patatas.


La jornada no amaneció muy temprana, ya que hasta el mediodía no empezó el espectáculo ‘La verdad del circo al rojo vivo’ ni se abrieron las atracciones. Pero para nada se hizo larga la espera ya que, aparte de ser sábado, algunos aún sufrían los efectos de la juerga del día anterior, en la que tocaron Los Suaves y Black Ice (en homenaje a AC/DC). "He llegado a casa a las 6.00 y a las 11.00 ya estaba aquí preparando las mesas para la comida", contó entre risas la joven Miriam Sánchez, de la peña El Jaleo, poco antes de entrar a la atracción Torrente 5 acompañando a unos críos. 


El uso de unas cuantas ferias infantiles fue gratuito para los peñistas dos horas antes de la comida y dos horas después de esta, aunque fueron muchos los que –por ponerle una pega al día– lamentaron que no se hubiera llegado a un acuerdo con más feriantes, sobre todo con los de las atracciones más espectaculares.20 dálmatas, un tigre...

Y mientras en las ferias se disfrutaba de tiovivos, trenes de la bruja y montañas rusas, decenas y decenas de familias se encontraban en las gradas del circo gozando de un espectáculo en el que hubo desde payasos y un hombre que se convertía en globo hasta una actuación con una veintena de dálmatas e incluso un tigre.


Entre el público estaban José Antonio Ramírez y su nieta Carlota, de 6 años, una asidua a los espectáculos circenses. "Yo vengo desde que tengo un año y ya no lloraba, no como mi prima que tiene tres años", aseguró Carlota. "Es que no le gustan los sonidos fuertes", aclaró su abuelo. Con lo que más disfruta del circo es con los animales y los trapecistas (de hecho, es tan aventurera que quiere aprender a escalar). Aunque Carlota, ya una auténtica experta en el sector, echó en falta ayer payasos algo más divertidos. "El año pasado se tiraron tartas y esta vez no lo han hecho", comentó. Por su parte, su abuelo le explicó que, cuando él era niño, en el circo había hasta elefantes. "¿Y jirafas?", le preguntó. "No me acuerdo, es posible que también".


En cuanto a Airam, de 4 años, disfrutó sobre todo con las actuaciones de los caballos. "Es la primera vez que le traemos y está encantado", comentó su abuela, Ana Mari Lezcano, de la peña El Jaleo. 


También andaban por allí varios miembros de la peña Los Goyescos, una de las más jóvenes (con 120 niños y 180 adultos). Sin embargo, algunos de ellos prefirieron las ferias al circo. Fue el caso de Pili Kaynar, quien explicó que en las fiestas del Pilar tiene que coordinarse con su marido para cuidar al niño y así poder salir alguno de los dos de juerga. "Que vayamos juntos es más complicado. Pero siempre están los abuelos que nos echan una mano", apuntó. 


No obstante, los Goyescos están convencidos –aunque lo digan entre risas– que dentro de unos años van a ser la peña más fiestera: en cuanto todos sus críos, que en su mayor parte tienen alrededor de seis años, se conviertan en adolescentes. El momento más esperado

Mientras todo esto ocurría, en la carpa de la fiesta de la cerveza ya se iban reuniendo los que empezaban a tener hambre o querían tomarse un vermú –o más bien, un par de cañas– antes de devorar la ensalada magistral, el estofado y el helado. A diferencia de lo que suele ocurrir en otras fiestas de Interpeñas –como en la Cincomarzada o San Jorge–, en esta celebración no cocina cada peña por su cuenta, sino que la organización se encarga de contratar a una empresa para que haga la comida para todos. "Es muy diferente, porque hacerlo tú siempre es divertido. Pero esto lo hacen profesionales y es una gozada sentarte y comer sin preocuparte de nada", comentó Óscar Campillos, de la peña El Brabán, del barrio de San José.


La comida se empezó a servir a las 14.30 y se formó una fila enorme para coger un plato de estofado. Aunque los más listos fueron Juan Moreno, José Manuel Gilabert y Francisco Jesús Ruiz, que no sabían muy bien dónde había que hacer la fila y se encontraron delante de las rancheras cuando aún no se habían sacado ni los platos. "Nos habían dicho que iban a darnos rancho. Pero el estofado tiene una pinta espectacular. Y, en fin, donde esté algo regalado, que se quite todo lo demás", rieron.