Los alcaldes vuelven a los toros

La DPZ celebró ayer la tradicional comida con la que agasaja a los alcaldes de la provincia con motivo de las fiestas del Pilar. Tras la excepción del año pasado, la invitación volvió a incluir entradas para la corrida

Los alcaldes, durante el discurso que pronunció Luis María Beamonte.
Los alcaldes vuelven a los toros
Fabián Simón

Los alcaldes zaragozanos celebraron ayer su día con la comida a la que la DPZ les invita todos los años con motivo de las fiestas del Pilar. Tras la supresión de la cena que solía organizarse en la festividad de Santa Isabel, la patrona de la provincia, esta es la única cita que reúne a la gran mayoría de los regidores y a sus parejas –la invitación incluye a un acompañante porque, como recordó Luis María Beamonte, los cónyuges de los munícipes son "quienes de verdad aguantan" los sacrificios que conlleva el cargo–. 


El año pasado, el convite del día de los ayuntamientos no pudo ir acompañado de la también tradicional invitación a los toros porque el conflicto con la empresa adjudicataria de la plaza impidió que la Diputación de Zaragoza pudiese disponer de suficientes entradas. Sin embargo, lo ocurrido en 2013 fue una excepción. La DPZ incluyó esos tiques en el pliego de condiciones con el que volvió a sacar a concurso la gestión de La Misericordia y ayer los regidores pudieron acudir a la corrida justo en el día en el que se cumplió el 250 aniversario del coso de Pignatelli.


Para ser justos, hay que decir que el hecho de que no hubiera invitación para los toros no impidió que el año pasado la comida de los alcaldes volviera a ser multitudinaria –acudieron 220 de los 297 regidores de la provincia–. No obstante, sí es cierto que la afluencia bajó ligeramente –hubo unos 50 ediles menos que en 2012– y que ayer el número de asistentes volvió a situarse en las cifras habituales cuando sí había entradas para la corrida –confirmaron su asistencia 267 alcaldes–.


Un año más, la comida de celebró en las instalaciones de la ciudad escolar Pignatelli, la residencia de estudiantes que la DPZ gestiona en el Alto Carabinas. Allí fueron acudiendo a partir de las 13.00 los alcaldes y sus acompañantes, que esperaron en el patio, tomando un refrigerio, a que llegaran el presidente de la Diputación y el resto de autoridades. El Gobierno de Aragón estuvo representado por la consejera de Educación, Dolores Serrat, y por el responsable de Industria e Innovación, Arturo Aliaga. Por su parte, el Ayuntamiento de Zaragoza envió al vicealcalde, Fernando Gimeno.


Los comensales degustaron cogollos con tartar de bacalao; atún rojo con arroz carnaroli y navajas; y un solomillo con foie y guarnición de la tierra. De postre tomaron tarta de fresa y helado de menta, y todo se regó con agua de Lunares –embotellada en Jaraba– y con vinos de las tres denominaciones de origen de la provincia de Zaragoza: un blanco Borsao de la D. O. Campo de Borja, un tinto Baltasar Gracián de la D. O. Calatayud y cava Gran Ducay de la D. O. Cariñena.


El precio que pagó la DPZ por cada menú servido es el mismo desde hace tres años: 28 euros. Además, la institución provincial destacó que las entradas para los toros salieron a coste cero al estar incluidas en el pliego de condiciones que rigió la última adjudicación de la plaza.