Vigilando el espacio aéreo nacional

Se cumplen 50 años desde que EE. UU. entregó al Mando de Defensa español el gran radar, construído en plena Guerra Fría. Su transformación lo ha convertido en uno de los más avanzados de Europa

Actuales instalaciones del radar Lanza, convertidas en un referente europeo.
Vigilando el espacio aéreo nacional
Jesús Macipe

En la Sierra Vicor, en el término municipal de El Frasno, en Inogés, a 1.411 metros de altura se encuentra el EVA nº 1 (Escuadrón de Vigilancia Aérea). Bajo este nombre suministra permanentemente datos de radar para el control aéreo de nuestro país por parte del Sistema de Mando de Control del Ejército del Aire y de Aena. Es decir, que desde aquí se vigila el espacio aéreo del cuadrante Noreste de la Península, por donde circula todo el tráfico que llega de Europa o entra en África. 


Su origen hay que buscarlo en un momento en el que el mundo estaba dividido en dos bloques: el occidental capitalista y el oriental comunista. España, aislada internacionalmente, encontró un aliado en EE. UU. Ambos países refrendaron un tratado bilateral con un convenio defensivo y otro económico. Fue el 26 de septiembre de 1.953. Por aquel acuerdo de mutua defensa, los americanos tenían derecho a construir y utilizar instalaciones militares en territorio español. Así se crearon las bases de Torrejón, Morón, Zaragoza y Rota. 


Se empezaba a preparar el terreno para la construcción del Escuadrón de Alerta y Control Nº1 y del 874th de la Usafe (United Stated Air Forces in Europa), las Fuerzas Aéreas de EE. UU. en Europa. Por su altura, primero se barajó el Moncayo, pero las condiciones climáticas lo descartaron. A principios de 1955 se eligió el Vértice Nevera, también conocido como pico de la Vicora, que se llegó a rebajar 29 metros para montar el radar. 


El 5 de octubre de 1.959, a las 8:40, se establecía el primer contacto con cuatro aviones españoles F-86F procedentes de la Base Aérea de Zaragoza. Se estaba poniendo en marcha la Red de Alerta y Control, con un centro de operaciones y tres directores principales ubicados en Inogés, Villatobas (Toledo), y Constantita, en Sevilla. Desde abril de 1960 el radar de El Frasno funciona a pleno rendimiento, y el 20 de noviembre de 1964 quedaba bajo responsabilidad exclusiva española. 


Se cumplen por tanto 50 años desde que la Usafe entregó al Mando de Defensa español las instalaciones, edificios y equipos del Escuadrón 874th, que doce años después pasaría a llamarse como ahora se conoce, y que se ha ido transformando hasta convertirse en uno de los radares más avanzados tecnológicamente de Europa. 


Como señala, Juan Antonio Matilla, jefe de sección del radar, destaca su operatividad del 97%, "de las más altas de los radares integrados en el sistema de defensa de la OTAN». Está activo las 24 horas de los siete días de la semana, "salvo momentos muy concretos dedicados a su mantenimiento y a la formación del personal». Con un alcance de casi 500 kilómetros, y una cobertura en altura del suelo de 30 kilómetros, desde El Frasno se localizan más de 200 aviones diarios, aunque la densidad de tráfico varía según la época del año. 


El desarrollo del Simca, Sistema de Mando y Control Aéreo, "marcó un hito en la historia de esta Unidad e introdujo cambios significativos»,  como afirma el jefe del EVA 1, el Comandante José Manuel Bellido. Recuerda que en 2003 se instaló un nuevo radar tridimensional, el Lanza, y cómo se fueron sustituyendo el resto de los equipos hasta que el 16 de febrero de 2005 "se apagaron los radares de vigilancia y de altura, que tan excelentes resultados dieron durante casi 50 años de funcionamiento». Con ello cambió además el paisaje. Dejaron de verse las dos ‘bolas’, como popularmente se llamaba a los dos radares que se veían en lo más alto de la Vicora, y se construyó solo una.  El sistema se automatizó, y los Grupos Central y Norte, en Torrejón y Zaragoza, así como Aena, controlan los datos que se recogen y se procesan en el EVA 1. 


El centenar de profesionales que aquí trabajan, de diversos perfiles, se someten a auditorías anuales de prevención de riesgos laborales y medioambientales al estar el escuadrón en una zona protegida. Autoridades, personal de fuerzas aéreas internacionales y las gentes de la comarca bilbilitana han ascendido a este pico del Sistema Ibérico, entre bosques de carrascas y pinos, en el que desde hace más de medio siglo se observa el cielo para velar por la seguridad del espacio aéreo nacional.