La trufa negra, también en las comarcas de Calatayud y Daroca

El CITA investiga el cultivo de este hongo, que puede costar entre 200 y 1.000 euros el kilo.

El regadío permite que la producción de trufa sea más regular
La trufa negra, también en las comarcas de Calatayud y Daroca
CITA

La trufa negra es una de las reinas de la mesa. Un kilo puede llegar a costar 1.000 euros y Aragón es uno de sus principales productores. Sarrión es la capital trufera, pero poco a poco otras zonas aragonesas se suman a su cultivo. 


Las próximas podrían ser las comarcas de Calatayud y Daroca, en las que el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria (CITA) está comprobando su calidad como zonas truferas. 


El proyecto comenzó, en realidad, hace un año, cuando el centro empezó a elaborar un mapa de las zonas óptimas para cultivar este hongo en la provincia de Zaragoza. Las comarcas de Tarazona y el Moncayo y Borja fueron las primeras en ser analizadas, ya que la de Tarazona resultó ser el mejor terreno de la provincia para su cultivo. Además, ya tiene algunas plantaciones y truferas silvestres, de las que se comprobó su calidad. "Excepto una plantación muy joven y poco cuidada en Borja, el resto han tenido un resultado extraordinario", explica Juan Barriuso, investigador del área de truficultura del CITA.


Ahora es el turno de las comarcas de Calatayud y Daroca, elegidas por tener también buenos resultados en la investigación previa. "Ya hay al menos una veintena de plantaciones, creadas a iniciativa de sus dueños", indica. La mayoría de ellas son todavía demasiado jóvenes para producir, aunque en algunas ya han dado sus primeros frutos. Aunque la truficultura es una carrera de larga distancia y es difícil predecir cuáles son los resultados. "En una hectárea trufera hay unos 200 o 230 árboles. Cuando tienen entre seis y 10 años, encontrar un par de trufas es un éxito".


Entre otoño y primavera se tomarán las muestras de las plantaciones ya existentes y de las truferas silvestres para comprobar que no solo se dan las condiciones necesarias para el cultivo sino que este es efectivo. Si el hongo ha colonizado en su huésped, la raíz de robles o carrascas en general, es señal de que la plantación va por buen camino. Los resultados de Calatayud y Daroca se conocerán dentro de un año.


Además de conocer el comportamiento de la trufa en esa zona, el objetivo del estudio es animar a que otros sigan los pasos de los pioneros que ya tienen cultivos. Sin embargo, Barriuso reconoce que la truficultura tiene sus dificultades. "Las inversiones son a largo plazo", señala. "En el Moncayo, una plantación de siete años empieza a dar resultados, con un par de trufas, aunque yo soy partidario de no cogerlas hasta los ocho", ejemplifica. La impaciencia es uno de los problemas, unido a los altos costes. "Supone tener el terreno inmobilizado durante 10 años, hay que hacer un pozo, bombear el agua y hacer regadío, porque sin él no hay producciones regulares...", asegura. En total, la inversión puede suponer más de 100.000 euros.


De todos modos, para él la producción de la trufa tiene muchas ventajas. "Sirve para mantener la población y el monte y también crea riqueza. En la provincia de Huesca ya han visto que funciona", afirma. En esta provincia, como en Teruel, hay ayudas para los truficultores, algo que no ocurre en la de Zaragoza, según apunta.


El investigador espera poder continuar el estudio de las zonas truferas zaragozanas el próximo año. "Cariñena y el Campo de Romanos podrían ser las próximas comarcas. Por ejemplo, Paniza es una zona en la que merece la pena el estudio, porque es un buen lugar para la trufa, pero no se dedican a ello". Sin embargo, subraya que todavía es pronto para asegurarlo y no hay nada decidido.