«Mi única manera de hacerme hueco es cortar orejas siempre»

Mario Pérez Langa: el único torero a caballo aragonés nació en Calatayud y vive en Villafeliche, donde trabaja duro para lograr la alternativa

Mario Pérez Langa, con tres de los caballos de su cuadra.
«Mi única manera de hacerme hueco es cortar orejas siempre»
MACIPE

Tiene 24 años y desde hace cinco trata de hacerse un sitio en el mundo del rejoneo. Mario Pérez Langa nació en Calatayud pero hace su vida en Villafeliche, donde tiene su cuadra. Aragón ha visto nacer y ha criado a algunos toreros, pero este joven abierto y sencillo es ahora el único rejoneador en activo. Las de Cella, Calamocha, Molina de Aragón y Calatayud son algunas de las plazas en las que torea esta temporada. Con una veintena de festejos, es la campaña de su consolidación.


¿Torear en Calatayud, en casa, impone o tranquiliza?

Impone, porque sientes que tienes una gran responsabilidad. Es mi ciudad, mi gente y donde te conocen, pero por otro lado tranquiliza porque aquí la gente se está portando muy bien. Creo que todo el mundo se vuelca conmigo y sabes que te están apoyando.


¿De dónde le viene la afición al toro, o fue antes al caballo?

Me llamaban mucho la atención las vaquillas de esta zona. A mi padre le ha gustado mucho el mundo del toro y de él me viene también el contacto con los caballos, porque ya su padre compraba y vendía caballerías. Antes se estaba mucho más vinculado a mulas y caballos y mi abuelo, por aquí, vivía de eso. 


¿Ha podido disfrutar de los primeros éxitos del nieto?

Sí que pudo verme, imagina lo que era para él. Murió en enero. Uno de mis caballos, el que he empezado a sacar este año para matar, se llama Abuelo. Era el que le gustaba y me está dando mucha suerte.


¿Cuándo supo que quería dedicarse a esto?

De crío, los fines de semana y en vacaciones solo pensaba en venirme aquí a Villafeliche, a la cuadra. Me preparé un carretón y jugaba con mi amigo. Una vez, tendría ocho años, le habían traído a mi padre un caballo. Me monté estando solo, me tiró, me partió el brazo y estuve cuatro días con la fractura sin decir nada porque no me atrevía. Hice aquí bachillerato y cuando tuve que decidir, lo tuve claro, estaba pensando mucho más en esto que los estudios.


¿Cómo se hace un rejoneador?

Hay chavales, la mayoría, cuya familia tenía dinero y han invertido mucho en él. En mi caso, he tenido el apoyo de mi familia, que me han ayudado trabajando todos juntos, pero no he podido empezar como otros, ya con una cuadra de caballos de mucho nivel. Yo comencé con los caballos de mi padre, de paseo, y me he preocupado poco a poco de ir preparándome potros. Los caballos tienen mucho gasto: piensos, herrajes, hay que entrenar con ganado en el campo, y tienes que tener contigo a alguien. He ido aprendiendo fijándome en los de arriba, con mucho interés y afición. Siempre que hay una corrida estoy ahí viéndola. 


¿Cuesta y es difícil tener un puesto en este mundo?

Sí, es muy difícil. Mi única manera de hacerme un hueco es cortando orejas todos los días. Con mucho trabajo, ilusión y esfuerzo. 


Y se fijó en Mario Pérez Langa un grande del rejoneo: Pablo Hermoso de Mendoza.

Sí. Llevo dos o tres temporadas acudiendo a su casa los inviernos. Me vio un día toreando y me preguntó quién me apoderaba y apoyaba. Le dije que estaba empezando yo solo y se volcó conmigo. Me comentó que él también empezó así y me abrió su casa.


¿Qué ha aprendido con él?

Sobretodo mucha técnica, doma, que es muy importante, y que cada caballo tiene su personalidad. Aunque intervenga, cada uno tiene que sacar su carácter toreando. 


Pero cuando salen a la plaza, jinete y caballo tienen que ser uno.

Sí. Por eso vivo aquí junto a ellos, en la ganadería, dándole a cada uno lo que necesita. Creo que luego en la plaza se refleja lo que has vivido, y eso no se puede comprar con nada. Puedes tener muy buenos caballos y todo muy bien preparado, gente que te los atienda, pero creo que a las personas les llegan los toreros que se lo están ganando en el día a día. 


¿En qué momento se encuentra? 

Cuando decidí dedicarme a esto me cambió la vida y todo ha sido trabajo, trabajo, trabajo y descubrir muchas cosas. El caballo y el toro me han hecho madurar antes.


En julio, en la feria de Teruel, salías de la plaza en una corrida con Andy Cartagena y Diego Ventura con cuatro orejas. ¿Ves más cerca la alternativa?

Nunca había tenido un compromiso tan grande. No fue nada fácil, y poder estar a esa altura, terminar el festejo con el mayor número de orejas, creo que debería valorarse. No es lo mismo un chaval que está empezando que esos dos figurones que están arriba. Ha sido, en los cinco años que llevo toreando, la primera recompensa a mi entrega. Me da fuerza pero sé que tengo que seguir trabajando más para estar, no a ese nivel, sino mejor.


¿Cómo quieres tu alternativa?

Como todos sueñan. Con un cartel y una ganadería buena, pero lo que más me preocupa para ese día, como para los demás, es el público. Es para mí lo más importante. Puedo torear con el mejor, pero si no tengo a mi público es como si no tuviera nada. Así que, sea con quien sea, quiero una plaza llena.


¿Has contagiado tu pasión a tu entorno?

A mis hermanas, Elisa y Sonia, sobre todo a la pequeña, y a mi madre, Ana. Para ellas, como siempre ha habido animales en casa, quizás lo más novedoso está siendo ir de aquí para allá y desde que empecé ellas me han trenzado los caballos que salen tan bonitos.