Mirando al cielo. Así pasaron la tarde los vecinos de Villanueva de Gállego, temerosos de que las tormentas dieran al traste con las varias semanas de trabajo que les había llevado construir sus carrozas. Ayer se celebraba un singular y tradicional concurso, que comenzó algo más tarde de los esperado, dado que las doce carrozas llegaron poco a poco arrastradas por tractores y bajo los vítores de los vecinos. Bob Esponja comenzó a sonar, tocada por la charanga Artistas del Gremio, y el público -no solo infantil- se unió rápidamente al desfile que recorrió las calles del centro. Lo encabezada la sorpresa del día, un grupo de samba brasileña, como si del carnaval de Río se tratara, dejaba con la boca abierta a los presentes con sus espectaculares trajes. Más de uno trato de imitar los movimientos de caderas de las bailarinas, aunque con dudoso resultado.

De pronto, el cielo se oscureció y se levantó un fuerte viento que causó daños en la decoración de las carrozas. A pesar de los intentos por continuar con la música y el desfile, los espectadores comenzaron a resguardarse ya que la lluvia arreció, por lo que la comisión de fiestas decidió muy a su pesar interrumpir el pasacalles y proceder a entregar los premios.

Hasta el momento todo había sido perfecto, las carrozas habían demostrado la originalidad de sus creadores y cada una recreaba su propia historia. Los más pequeños optaron por una recreación exacta del ‘paddok’ de la Fórmula 1, donde todos los equipos estaban presentes e -incluso- la prensa y la televisión figuraban retratados. Con esta original ambientación, el jurado optó por entregarles el gran premio del certamen infantil. Por detrás quedaron la recreación de la vida pingüina y la película del Mago de Oz. En el concurso de adultos, el premio fue para la carroza del Orgullo Güay, una original y trabajada parodia de la manifestación del orgullo gay que se realiza todos los años en diferentes capitales europeas.