Una falúa real en el Ebro

Pablo Polo, al frente de Iberflumen, trabaja en la reconversión en falúa real de la embarcación accidentada en 2013.

Pablo Polo, de Iberflumen, con la falúa real
Pablo Polo, de Iberflumen, con la falúa real
P. Z. D.

La falúa ‘Zaragoza’ de la Asociación Iberflumen sufrió un accidente en mayo de 2013 mientras participaba en la tradicional regata del Día del Ebro. El incidente no pasó del susto pero la embarcación quedó destrozada. Desde entonces, Pablo Polo, presidente de Iberflumen, ha trabajado en la restauración de la falúa, aunque en esta ocasión ha querido ir más allá y la ha reconvertido en una falúa real que surcará las aguas del Ebro en las próximas Fiestas del Pilar.


La flota de Iberflumen se compone de la falúa Vadorrey, el ‘Cabezudo’ (una embarcación singular creada por Pablo Polo con la intención de que cada junta de distrito tuviese un barco, 19 en total para realizar regatas) y la ‘Zaragoza’. La conversión de esta último en falúa real -barco de representación dedicado al paseo de nobles y al paso de revista de barcos- es una tarea en la que Polo trabaja con la máxima fidelidad. La falúa real ‘Zaragoza’ está fabricada en fibra de vidrio y madera.


En 2006, Iberflumen realizó un descenso por el Ebro desde Zaragoza hasta su desembocadura en el mar a bordo de una falúa con un equipo compuesto por 34 personas -10 por carretera- que completaron el recorrido en seis días. Fruto de aquella expedición fueron las 6.000 fotografías que fueron donadas a la Expo y a la Confederación Hidrográfica del Ebro.


Además de su intensa actividad en la Asociación de Vecinos de Vadorrey, Pablo Polo lleva dos décadas defendiendo todo lo relacionado con el río Ebro y ha participado activamente en su recuperación: "Nos falta más conocimiento sobre nuestros cauces fluviales. Tener un río como el Ebro nos enriquece. Históricamente, todo entraba a través de los ríos. La historia del Ebro es tan intensa que cuesta tratar de disfrutarla en una sola vida".


Para Polo, hablar del río significa "hablar de muchas más cosas que lo que se nos pone entre ceja y ceja". Respecto a su navegabilidad, recuerda que desde la antigüedad no se navegaba todo el año, sino en un periodo comprendido entre abril y septiembre. El resto del tiempo se desmantelaban los barcos y se esperaba a otra temporada.


Según sus investigaciones el Ebro ha sido surcado por embarcaciones cretenses, romanas (esquifes con los que se defendían embarcaciones mayores), árabes y hasta vikingas. "Los vikingos también pasaron por aquí, llegaron a Pamplona y capturaron al rey Íñiguez, se les llamaba los varegos", subraya.


El dromón, el leño, barcos molino, carboneros de Mequinenza, arroceros, almadías y remolcadores fueron embarcaciones que al igual que las anteriores navegaron por el Ebro. Pero la más significativa de todas fue el Llaud, similar a otras embarcaciones, de origen romano, que acabó extendiéndose por su cauce para el transporte de mercancías. También hubo caminos de sirga, en los que personas y animales de carga tiraban de las embarcaciones.


Según afirma Pablo Polo: "Hemos perdido el fondo del río", una problema que complica la navegabilidad en el río Ebro tal y como la conocimos en el pasado.