El Ciclón arrasa tras décadas de abandono

Con la próxima apertura de un nuevo negocio de hostelería (el noveno), el histórico pasaje del Ciclón tendrá ocupados casi todos sus locales. Hasta hace cuatro años, los mendigos, las pintadas y la oscuridad dominaban la primera galería comercial que hubo en Zaragoza

Hace apenas un lustro no había locales abiertos en el interior del pasaje.
Hace apenas un lustro no había locales abiertos en el interior del pasaje

Hace menos de un lustro, casi hubo que suplicar a un negocio de hostelería para que sacara una terraza al histórico pasaje del Ciclón –en realidad, llamado del Comercio y de la Industria?–. Los mendigos, las pintadas, los orines y, sobre todo, la oscuridad, dominaban hasta 2009 la que fue la primera galería comercial de Zaragoza. Ahora, más de 60 mesas, llenas hasta los topes durante los fines de semana, dan vida a este espacio. Ya hay ocho firmas de hostelería y una más en camino, además de cuatro tiendas y una galería de arte.


Se ha convertido en un lugar privilegiado de la ciudad, reclamo de fotos de bodas, desfiles de moda, conciertos... El nuevo Ciclón arrasa, y los nuevos negocios que se han abierto pueden dar fe de ello. Uno de los últimos en llegar ha sido un restaurante que ha tomado el nombre con el que se conoce popularmente al pasaje, heredado de la primitiva tienda de juguetes que había en el lugar. El restaurante El Ciclón ha inundado de aire industrial y retro un enorme local de más de 300 metros cuadrados.


Daniel Cascán, uno de sus cocineros, constata que "hay mucha gente que está descubriendo ahora el pasaje", después de años, décadas de deterioro. Como afirma Cascán, la diferencia radica en que "antes todo lo que se ponía era de cara a la plaza del Pilar, pero ahora decimos que vengan aquí dentro, que es una joya arquitectónica de cuando los coches iban tirados por caballos".


El pasaje se construyó entre 1882 y 1883 por el arquitecto Fernando de Yarza a instancias del propietario del edificio, el duque de Ayerbe. Fue como traer a Zaragoza un poco de la modernidad que daban las galerías comerciales europeas, especialmente francesas.


Sin embargo, a lo largo de su historia los locales no tuvieron relevo, por lo que se fueron quedando vacíos o, en el mejor de los casos, con negocios desfasados. El deterioro se acentuó tanto que el pasaje acabó cerrado al público. Tras una década de pleitos y dificultades, se consiguió unificar buena parte de la propiedad para preparar un proyecto para este espacio junto a la plaza del Pilar.Cuarto años del reestreno

Ahora hace justo cuatro años, se dio el primer paso para la resurrección del pasaje con la inauguración de dos locales –los primeros que abrían tras 120 años–, la tienda de recuerdos Basiliscus y la heladería Gelati Dino. Blanca Marín, dueña de varios locales y artífice del proyecto, cuenta que han sido "años muy duros" en los que han rechazado "muchas ofertas de negocios que iban a vulgarizar el pasaje", hasta dar con el perfil adecuado. "Ahora esto no hay quien lo pare", señala orgullosa, a pesar del "bloqueo" y del "apoyo nulo" que están recibiendo, dice, por parte del Ayuntamiento, así como de la "falta de sensibilidad de algunos vecinos" del edificio.


En los próximos meses se abrirá un nuevo negocio de hostelería. Se llamará El Ciclín, por ser el hermano pequeño del restaurante El Ciclón. Según cuenta Daniel Cascán, estará más orientado a bocadillos y hamburguesas, aunque con el mismo aire ‘vintage’ que el de su predecesor. Con este nuevo arrendamiento, solo quedará un pequeño local por alquilar, que Blanca Marín reserva "para algún negocio especial".


Así, ya serán nueve los negocios de hostelería del pasaje con los dos de El Real, La Real, Gelati Dino, El Ciclón, El Botánico, El Rincón de Aragón y el Café de Lolita. Este último ha sido otro de los últimos en llegar. Abrió el día del pregón de las pasadas fiestas del Pilar en un pequeño local de 40 metros cuadrados, y sus propietarios señalan que "se está trabajando muy bien", en palabras de María Dolores García. "El sitio se está dinamizando mucho, ha mejorado una barbaridad, pero todavía quedan cosas por hacer", afirma señalando las bolas de pelusa pegadas a los techos.