La Policía recibe 500 avisos por el botellón en un año

La derogación de la ordenanza cívica no varía el fenómeno, latente en las riberas y el parque Miraflores.

Jóvenes de botellón en Zaragoza
La Policía recibe 500 avisos por el botellón en un año

Ni la derogación de la denominada ordenanza cívica de Zaragoza, ni la reciente puesta en marcha del Decreto de Espectáculos Públicos Ocasionales y Extraordinarios -que limita el acceso de menores a espacios donde se vendan bebidas alcohólicas- parecen haber modificado los hábitos de los jóvenes aficionados al botellón.


El año pasado, la Policía Local de Zaragoza recibió cerca de medio millar de llamadas por parte de vecinos de la ciudad alertando de los ruidos y desperfectos producidos por este fenómeno. En concreto fueron 469 avisos, una cifra similar a la de los últimos años (en 2012 se registraron 489).


Este tipo de actividad genera, en cualquier caso, menos molestias en la ciudad desde 2008, cuando se recuperaron las riberas del río Ebro con motivo de la Exposición Internacional. Según confirman fuentes policiales, el desplazamientos de los jóvenes que se divierten con el botellón a estas zonas sin viviendas cercanas han reducido su conflictividad.


Espacios como el parque de Macanaz o el entorno del club deportivo Helios se han postulado como los más idóneos para los jóvenes, que encuentran zonas verdes alejadas de edificios residenciales, pero a tiro de piedra de los bares del Casco Histórico. De igual forma se mantienen estas 'reuniones' en el parque Grande de Zaragoza, donde tampoco generan graves conflictos.


Pero el fenómeno del botellón no ha desaparecido de las calles más céntricas de la ciudad. En algunos casos, incluso parece que se ha incrementado, en especial en el parque de Miraflores, tal y como denunció el Partido Popular en el Ayuntamiento tras las quejas de los vecinos alertando de un "repunte" del ruido y la suciedad.


"Sin duda, es la zona con más quejas vecinales", reconocen fuentes de la Policía Local, ya que se trata de un espacio muy céntrico, pegado a las viviendas y a su vez cercano a los bares y discotecas de la zona de León XIII. Algo similar a lo que ocurre en la glorieta del Esperanto, en la trasera del Hotel Boston. En cuanto al Casco Histórico, las mayores concentraciones se producen en la plaza de San Felipe y en la calle Prudencio, mientras que en la zona de Moncasi se dan en la calle Lozano Monzón.


Puntos de venta

Con el fin de la ordenanza cívica tras un largo debate entre los grupos municipales del Ayuntamiento, el fenómeno del botellón pasó a regularse a través de otras ya existentes, en función del tipo de infracción (ruido, suciedad....). Y a la par, los esfuerzos se han centrado en la búsqueda de alternativas de ocio para los jóvenes y en el control de los puntos de venta de alcohol.


Ejemplo del primer caso fue la iniciativa la Asociación de Jóvenes de Aragón (AJA) y la Asociación Plataforma de Empresarios Hosteleros de Aragón (APEHA) para poner en marcha un programa que mueva a los jóvenes de las zonas de botellón a diferentes equipamientos municipales de ocio donde no se suministren bebidas espirituosas.


En el segundo caso, es la Policía Local la encargada de vigilar la venta a menores, en especial en establecimientos regentados por chinos. Sin embargo, cada vez lo tienen más difícil. Solo hay que ver las última moda para la adquisición de alcohol en forma de bolsitas de plástico, que son fáciles de camuflar por los jóvenes, incluso para introducirlas en los bares y discotecas.