Los 68 niños de Valdespartera y Montecanal que se han quedado sin plaza en los colegios públicos de sus barrios plantaron ayer otras tantas coliflores para exigir al Gobierno de Aragón que construya un nuevo centro educativo en la zona y que, mientras tanto, se abran tres aulas puente para que estos chavales de tres años puedan escolarizarse en sus barrios. Plantaron las coles en una parcela destinada a usos educativo en la calle de la Isla del Tesoro y, tras finalizar el acto reivindicativo, unos padres se encargaron de llevárselas y donárselas a la Hermandad del Refugio. Las familias afectadas conocieron la semana pasada en qué colegio han entrado sus hijos: en cada solicitud se pueden poner hasta siete centros educativos. Y según explicaron los padres, Educación les ha adjudicado en su mayoría colegios de La Romareda.

Precisamente, a Carolina Sanz, madre de Ayla, le ha tocado un colegio público en el barrio Universidad, cuya ubicación asegura que "no es compatible" con su trabajo ni el de su marido. "Nos obliga a tener que pagar el autobús escolar y a dejarla en el comedor, ya que sus abuelos no pueden ir a recogerla siempre. Vamos a seguir peleando. Si no lo conseguimos este año, lo volveremos a intentar el siguiente", apuntó. También argumentó que muchas familias de la zona escogieron como primera opción centros de fuera del barrio porque tenían miedo de quedarse sin plaza: "La realidad es que hay más de 68 niños que no pueden ir a un colegio de Valdespartera o Montecanal. Nosotros también sabíamos que esto iba a pasar, pero decidimos arriesgarnos porque apostamos por nuestro barrio".Educación ya lo descartó

La DGA ya descartó en abril construir el centro educativo y las aulas puente que exigen estas familias. Y también aseguró que se había dotado al máximo las infraestructuras actuales de los barrios del sur, por ejemplo abriendo aulas puente en Rosales del Canal y dos vías más en el Valdespartera II.

En este último colegio se tuvo que repetir el sorteo de plazas porque en el primero se produjo un fallo en el procedimiento. Eso causó que algunos niños que tenían muchas posibilidades de entrar con el primer sorteo se quedaran tras el segundo casi sin opciones. A Joan Pintor y a su hijo Izan les ocurrió precisamente eso, y ahora tendrá que escolarizarlo en La Almozara, cerca de donde viven sus suegros.