El parque de San Pablo acumula los desperdicios que expulsa un colector

La tubería suelta el vertido de los domicilios al río Ebro durante los días de tormenta.El Ayuntamiento dice que lo limpiará, pero que tiene que hacerlo cuando baje el caudal

Colector por el que salen los vertidos, con cientos de desperdicios enganchados a la rejilla.
Colector por el que salen los vertidos, con cientos de desperdicios enganchados a la rejilla

El parque de San Pablo, tramo de la ribera ubicado entre el puente de La Almozara y el de Santiago, sufre las consecuencias de los vertidos que realiza un colector de la ciudad. Cuando hay tormenta, esta tubería se satura y en vez de llevar los vertidos de los domicilios hasta la depuradora de La Cartuja, los expulsa al río directamente, ensuciando esta zona verde y, aguas abajo, grandes extensiones naturales de soto.


El parque aún muestra los desechos que salieron por el colector durante la última tormenta, el pasado 21 de abril. Se trata de los desperdicios que se tiran por los retretes de los domicilios, que cuando se expulsan al Ebro se enganchan en la vegetación de la ribera o se pierden río abajo. El Ayuntamiento es consciente del problema y, según apuntaron fuentes de Medio Ambiente, se mandarán brigadas de limpieza para sanear la ribera, aunque las actuaciones se harán cuando el caudal sea menor.


El problema no es nuevo, y lo peor es que no tiene una solución fácil, y mucho menos barata. Las tuberías que van por Echegaray y Caballero no son capaces de asumir en ocasiones la carga que llega procedente de las aguas fecales de los domicilios y las pluviales de las lluvias, especialmente cuando estas últimas son muy intensas. El colector que va por el paseo es de 1970, y a pesar de que la calle recibió una reforma integral antes de la Expo, no se cambió por uno más moderno y de mayor capacidad. El coste de renovarlo ahora está calculado en unos 11 millones de euros.


Cuando la tubería se satura, debe soltar agua por alguno de los aliviaderos que hay a lo largo de su recorrido por la ribera. El más importante es el de San Pablo, a 200 metros de la escuela infantil del Casco y del Centro Ambiental del Ebro. A nivel superficial, la suciedad es evidente, además del nauseabundo aspecto de las rejillas del colector. Pero aún peor es el estado de la parte baja de la ribera, ahora tapada por el agua.


El problema se agudiza aguas abajo, donde hay aproximadamente dos kilómetros de ribera en el soto de Cantalobos –junto a la huerta de Las Fuentes– y en el de Villarroya –en la margen izquierda, a la altura de Movera– cuya vegetación está totalmente ‘forrada’ de desperdicios, como denunciaron recientemente los ecologistas de Ansar. El Ayuntamiento va a pedir en el próximo Patronato de Medio Ambiente de la DGA que se incluya una partida para la limpieza de sotos fuera del tramo urbano de Zaragoza, pertenezcan o no a su término municipal.La reclamación de Iberflumen

La asociación cultural Iberflumen lleva casi una década solicitando a las administraciones que tomen medidas con respecto a los desperdicios (pañales, compresas, empapadores, etc.) que llegan al Ebro procedentes de los inodoros de los hogares zaragozanos. Concretamente, pide que se replantee el proceso de fabricación de los productos –un debate que, evidentemente, trasciende a las administraciones locales o autonómicas–.


En cualquier caso, Iberflumen reclama que los fabricantes modifiquen la composición de estos productos, para que si son arrojados a un medio natural no perduren, o bien mediante"descomposición de los polímeros ante la exposición de ultravioletas" o mediante"degradación total en el agua". Además, solicita que las empresas cumplan con el carácter biodegradable que anuncian en los productos, que"en la mayoría de los casos es falso".