Los bomberos reciben hasta diez avisos al día para retirar enjambres

Varios apicultores ayudan a reubicar
a las abejas, que se han multiplicado en la ciudad con el calor y la abundante floración.

Las abejas se han hecho fuertes en las últimas semanas. Las altas temperaturas y la abundante floración han propiciado que aparezcan enjambres en plena ciudad: muchos de ellos en el mobiliario urbano, sobre todo en farolas, papeleras y contenedores. También suelen detectarse en segundas residencias que han estado desocupadas durante el invierno y en las que las colmenas aparecen en las cajas de las persianas o en los falsos techos.


Los Bomberos de Zaragoza reciben hasta diez avisos cada día y ponen en marcha un protocolo con el objetivo de trasladar a estas poblaciones hasta otros puntos sin que los insectos sufran ningún daño. Una decena de apicultores colaboran con estos efectivos para recoger las colmenas y unirlas a las suyas para, así, aumentar su producción de miel.

Solo durante el jueves y el viernes, se retiraron varios enjambres en las calles de Yolanda de Bar y Nobleza Baturra, y se recibió otra llamada desde Parque Goya, aunque en este caso se trató de un grupo que merodeaba junto a varios árboles, pero que no se había asentado en ellos. Ayer fue necesaria la ayuda de escaladores para retirar una colmena en un edificio de la calle de Cereros y esta Semana Santa se ha actuado, además, en la Jota, el Actur, Rosales del Canal, la zona centro, Condes de Aragón, la Avenida de la Ilustración o Monzalbarba.


«En esta época, los enjambres ven cómo se multiplica la producción de comida y amplían su tamaño. En algunos de ellos, se elige incluso una nueva abeja reina que se traslada con un pequeño grupo a otra zona, muchas veces urbana y más transitada», detalla José Lasobras, jefe de sala del cuerpo de bomberos de Zaragoza. Cuando se asientan definitivamente, en una oquedad orientada al sur y protegida del cierzo, empiezan a construir los panales y la reina comienza la puesta. A veces, aunque el ‘foco’ es retirado, vuelve a reproducirse a pocos metros del primero.


Lasobras explica también que reciben más avisos en los días de más calor, ya que es cuando ellas se muestran más activas y son detectadas más rápidamente por los vecinos. «En principio no son peligrosas, pero hay que trasladarlas por si acaso», añade. De hecho, en París se colocaron colmenas en el Casco Histórico para utilizar a las abejas como ‘centinelas’ y controlar los contaminantes que transportan. Además, hace un par de años, el departamento de Sanidad del estado de Nueva York legalizó que cientos de neoyorquinos criaran en sus azoteas, terrazas y jardines sus propias colmenas.


La vida media de una abeja es de 28 días (en periodo primaveral), aunque pueda llega a ser de hasta 190 en invierno. Los enjambres se mueven a una velocidad de entre 20 y 25 kilómetros por hora y pueden tener más de 50.000 insectos.