El envejecimiento de la población aragonesa se cronifica con 40.000 jóvenes menos desde el inicio de la crisis

Solo en el último año se han marchado 10.106 ciudadanos de entre 20 y 35 años.

Pasajeros de Ryanair en Zaragoza
El envejecimiento de la población aragonesa se cronifica con 40.000 jóvenes menos desde el inicio de la crisis
A.N.

Una población más envejecida y con menos cotizantes potenciales. Es la primera lectura que se desprende de las estadísticas demográficas de Aragón antes de la crisis y en la actualidad. La Comunidad ha perdido un total de 40.713 jóvenes de entre 20 y 34 años entre 2008 y 2013, según los últimos datos del padrón continuo publicados por el Instituto Nacional de Estadística.


La marcha de jóvenes a países con menores índices de paro (y a otras comunidades autónomas) y de la población extranjera que llegó en los años de bonanza económica, así como el envejecimiento natural de la población, están detrás de un problema que se ha recrudecido especialmente a lo largo del último año, cuando la franja de edad joven perdió hasta 10.106 efectivos (actualmente hay 247.901 censados en la Comunidad).


Las consecuencias, negativas, las detalla Luis Antonio Sáez, profesor del Departamento de Estructura e Historia Económica de la Universidad de Zaragoza y director del Centro de Estudios sobre la Despoblación y el Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar): "Por un lado, se produce una pérdida en la capacidad productiva. Deja de contarse con gente que se pondría a trabajar en ese mismo momento, aportando no solo mano de obra, sino también ideas nuevas, iniciativas, y trabajadores con una gran capacidad de adaptarse".


"Sería, además, un tejido que renovaría el sistema productivo, dando una mayor viabilidad al sistema de pensiones y continuidad a las actividades del mundo rural y a negocios familiares", añade.


Esta tendencia también repercute en el ámbito del consumo. "Solo Aragón pierde más de 40.000 consumidores que harían inversiones de mayor o menor calado. Además hay que mirar hacia el mercado inmobiliario. En esa franja de edad es cuando se produce la emancipación, y esta marcha de inquilinos potenciales afecta especialmente al mercado del alquiler", apunta el investigador.


Más allá del ámbito economicista, apunta Sáez, es preciso atender también las consecuencias demográficas a medio y largo plazo: "La edad media en que las mujeres españolas tienen sus primer hijo ha crecido (según el INE ya supera los 31 años) y con la marcha de esta cohorte de jóvenes se pierde una generación, se produce un efecto de desnatalidad, de pérdida de futuros niños".


El experto ahonda especialmente en el problema de las pensiones: "En España las cosas se hacen a bandazos. Pasamos del 'baby boom' de los años 60 y 70, en los que se registró una natalidad de país emergente, a una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo en los 80 y los 90. Ahora sucede lo mismo y, ¿qué ocurre? Que la pirámide poblacional tiene una inclinación muy marcada hacia dentro, y la tendencia actual no ayuda a generar cotizantes que cubran las prestaciones de una población envejecida".


Nueve de cada diez tienen un título universitario


Los españoles que hacen las maletas para buscarse la vida en otros países cada vez lo hacen más preparados. Muchos tienen un máster y a pocos les falta la carrera universitaria. Además, la mitad de los que se marchan lo hace para no volver en al menos los próximos cinco años. Un reciente estudio realizado por el Instituto Elcano, en colaboración con otros centros de investigación europeos, ratifica la tesis: desde 2007, nueve de cada diez emigrantes se van con un título universitario en la maleta.


La mayoría de los universitarios españoles que abandona el país lo hace tras recibir una oferta de trabajo, práctica cada vez más habitual, ya que en el extranjero se valoran su "formación, predisposición y motivación".


El informe destaca también que un 33% de estos emigrantes poseían ya un trabajo en España pero que, por su bajo salario o por no poseer posibilidades de mejorar profesionalmente, decidieron probar fortuna en el extranjero.