El 'top manta' volverá a ser delito y tendrá penas de prisión de seis meses a dos años

Los comerciantes afectados por la venta ilegal aplauden la decisión y creen que hará justicia. Las condenas se desplomaron cuando la venta callejera sin permiso se empezó a perseguir como falta.

Cuatro manteros transportan su mercancía por la calle de Alfonso I de Zaragoza.
Cuatro manteros transportan su mercancía por la calle de Alfonso I de Zaragoza.

Independencia, calle Alfonso, plaza de España, paseo de las Damas... El 'top manta' subsiste en algunas de las principales arterias de la ciudad pese a la vigilancia policial. Vender cedés y deuvedés piratas ya no da para pagar el alquiler, pero cada día, decenas de inmigrantes salen a la calle hatillo en mano para ganarse unos euros. Despenalizar la venta callejera ?desde 2010 es falta y no delito siempre que la mercancía no supere los 400 euros? ha hecho caer un 98% el número de condenas. En 2008 (en Aragón) hubo cien y en 2012, último año del que se tienen datos, dos. Sin embargo, esta tendencia a la baja podría sufrir un vuelco con la reforma del Código Penal, pendiente de aprobación.


Le referencia a los 400 euros, que según el Ministerio de Justicia "planteaba serios problemas para la sanción penal de las conductas graves", desaparecerá, de modo que las faltas contra la propiedad industrial pasarán a regularse como delitos leves, con multas de uno a seis meses que se modularán de acuerdo con el beneficio obtenido y que se contarán como antecedentes.


En los casos más extremos, el juez podrá ordenar el ingreso en prisión de los manteros, que podrían pasar de seis meses a dos años entre rejas. Se descarta, no obstante, que el inmigrante pueda ser expulsado del país, ya que ese supuesto solo se contempla cuando se trata de "un extranjero condenado a más de un año de cárcel por un delito doloso".


Entre los inmigrantes, el anuncio ha sentado como un jarro de agua fría. Musa, un senegalés que llegó a España en 2006, ha perdido la cuenta de las veces que ha sido pillado in fraganti. En su caso, las multas fueron de entre 200 y 1.000 euros. "Todo depende del juez que te toque. No quiero ni pensar qué será de nosotros si cambia la ley", expone. Él adquiere la mercancía "en los chinos", y aunque sus bolsos se parecen a los de Carolina Herrera, asegura que no tiene marcas falsas.

"La gente sabe lo que compra", defiende. Pese a estar en el paro desde hace ocho años ?en Senegal trabajó como pescador y como camarero?, admite que estaría encantado de poder dejar esta ocupación, que ahora solo le da para subsistir. "Nadie quiere vivir así, pero no tengo otra forma de llegar a final de mes", asevera.

En el paseo de la Independencia, los inmigrantes aprovechan "las horas de paseo y los fines de semana" para vender. Aseguran que con la crisis "ya no se gana tanto como antes" y reconocen que tienen que andar con cuidado para que no les requisen la mercancía.

Problemas en el Rastro


Los comerciantes creen que el nuevo texto "hará justicia". Hartos de la "impunidad" de la venta ilegal, solicitan "un mayor control institucional". Es el caso de los vendedores ambulantes del Rastro de Zaragoza (en el parquin sur de la Expo), donde cada domingo se extienden alrededor de cien mantas. Los inmigrantes apenas tardan unos segundos en montar su puesto, repleto de bolsos, cinturones, ropa interior o perfumes, y cuando los agentes asoman la visera, huyen en desbandada.


Según los mercaderes, unos 700 en total, "ocupan los mejores sitios ?entre las calles cuatro y ocho?, no dejan pasar a los clientes y generan una mala imagen". "Estamos cansados de quejarnos, es imposible trabajar así. Cada fin de semana va a más, pero el Ayuntamiento de Zaragoza pasa olímpicamente de nosotros. Solo nos queda aguantar y callar", lamenta el portavoz de los tenderos, Jesús Carbonell, quien teme un conflicto entre dependientes y manteros y recuerda que recientemente "han causado más de un problema".

Tensión en el mercadillo

"Al salir corriendo, han llegado a tirar al suelo a una señora mayor, a un niño y a una embarazada", explica. Antonio Hernández, otro de los minoristas, cree que "dividen el mercadillo". "Con ellos al lado vendo hasta un 40% menos", sostiene. Ángel Amador, titular de otro de los estands, no entiende por qué tiene que pagar 80 si los manteros están allí "por la cara". "Los clientes se entretienen con ellos y no nos compran a nosotros. Les ofrecen productos de imitación a menor precio y no lo dudan. Lo peor es que han perdido el miedo a la Policía", lamenta. El fin de semana pasado, varias furgonetas custodiaban el recinto, pero a mediodía, cuando los agentes se marcharon, los inmigrantes salieron a la luz.


Mor, uno de ellos, despliega su saco "con mil ojos". "En una mañana no ganamos ni 20 euros", manifiesta. Una señal es suficiente para que esconda todo, pero a los cinco minutos vuelve al punto de partida. "Reconocemos las caras de los policías a la legua", reconoce. Los manteros logran esquivar a los agentes en no pocas ocasiones, pero no siempre salen victoriosos. En 2013, la Policía Nacional ?encargada de instruir los atestados? requisó un total de 4.203 productos del 'top manta' (3.400 protegidos por los derechos de propiedad intelectual y otros 803 amparados por la ley de propiedad industrial).