El absurdo, versión San Mateo

Cuatro años después de que se inaugurasen las obras para legalizar la urbanización de El Saso, las calles de esta zona de San Mateo de Gállego siguen plagadas de postes de luz que no pueden retirarse.

El robo se produjo el pasado 30 de diciembre
Recuperan 7500 piezas de hormigón robadas en un solar de San Mateo

Pocas veces el adjetivo ‘kafkiano’ está mejor utilizado. Referido a una situación, el diccionario de la Real Academia la describe como «absurda» o «angustiosa», y esa es la sensación que queda cuando se pregunta por qué las calles de la urbanización El Saso, en San Mateo de Gállego, están plagadas de postes de luz situados justo en medio de la acera o de la calzada.


Se trata de apoyos de hormigón que se colocaron cuando allí solo había campos y caminos y que no se retiraron cuando la zona se urbanizó para legalizarla. Cuatro años después de que se inaugurasen las obras, decenas de postes siguen plantados en mitad de las calles con el riesgo que eso entraña –aunque están señalizados con pintura roja y blanca para avisar del peligro, ya ha habido algún accidente–. Además, nada indica que el panorama vaya a cambiar a corto o medio plazo.


«Es verdad que los postes siguen ahí... y para días», vaticina pesimista Jesús Villagrasa, exalcalde de San Mateo y actual portavoz del PSOE en el Ayuntamiento. Fue en 1999, bajo su mandato, cuando los propietarios de El Saso decidieron llevar a cabo las obras de urbanización para legalizar las 370 construcciones que entonces se levantaban en la zona –hoy hay más de 600–. «Los propietarios acordaron legalizarlas en una asamblea y los trabajos se hicieron por el sistema de cooperación:los ejecutaba el Ayuntamiento y luego cobraba una contribución especial a los beneficiarios», recuerda Villagrasa.

Las obras se fueron aprobando por fases y lo normal habría sido que en una de esas etapas se hubiera incluido la retirada de los tendidos eléctricos aéreos y su sustitución por una línea subterránea. Esa operación hubiera conllevado un coste extra que se habría añadido a todos los gastos que tuvieron que afrontar los propietarios de El Saso. Sin embargo, no se hizo así.


«Los riegos, por ejemplo, sí se incluyeron en una de las fases, pero los tendidos aéreos no y no fue porque no lo intentáramos –explica el entonces alcalde–. El Ayuntamiento mandó varias cartas a los propietarios insistiendo en la conveniencia de hacerlo así, y también tuvimos conversaciones con Endesa y con el Servicio Provincial de Industria, pero no hubo ningún acuerdo de la asamblea y sin ese acuerdo el Ayuntamiento no podía obligar a nada». Villagrasa justifica que, en esas circunstancias, las obras se iniciasen sin haber retirado las líneas aéreas. «No podíamos tenerlas bloqueadas a la espera de algo que no dependía de nosotros», argumenta.


Esa circunstancia no impidió que durante los trabajos de urbanización se instalara una línea eléctrica subterránea a la que, con el paso de los años, se han ido conectando la mayoría de los propietarios de El Saso. Sin embargo, los que todavía siguen recibiendo la electricidad a través de la línea aérea no están obligados a migrar de una a otra.


«Los postes de luz nunca se colocan en medio de una calle. Otra cosa es que a veces la calle se haga donde ya había postes de luz, y eso es lo que ha pasado en este caso –recalcan fuentes de Endesa–. La ley establece que quien urbaniza una zona tiene que hacerse cargo de todos los gastos derivados de retirar un tendido aéreo y sustituirlo por otro subterráneo, pero si no se hace así nosotros estamos obligados a seguir prestando servicio en la línea aérea mientras haya un solo cliente conectado a ella». Desde Endesa destacan, además, que los tendidos de El Saso de San Mateo entrañan un peligro «para el tráfico y por su ubicación, no porque no cumplan todas los requisitos de seguridad exigidos en las líneas eléctricas de este tipo».

La solución es voluntaria

De esta forma, los postes de hormigón de las calles solo podrán quitarse si todos los propietarios de la urbanización migran a la línea subterránea, decisión que es voluntaria y que conlleva un gasto.


«Pasar de una línea a otra puede costar, de media, unos 400

euros –calcula Villagrasa–. No es mucho, pero es verdad que puede haber personas a las que sí les suponga un esfuerzo». El portavoz socialista considera que aquellos que sí pueden pagarlo deberían hacerlo «por responsabilidad y solidaridad con el resto». Sin embargo, las obras de El Saso siempre han estado rodeadas de enfrentamientos y polémicas que no ayudan a resolver este problema.


El PP de San Mateo ha presentado una queja ante el Justicia por la situación en la que siguen los postes eléctricos. En su escrito, los populares también hacen un exhaustivo repaso de la tramitación administrativa de las obras de electrificación y alumbrado y destacan que los trabajos se encarecieron un 19,5% –de 820.000 a 980.000 euros– por las dificultades y los gastos extra provocados por no haber retirado el tendido aéreo preexistente.


La actual alcaldesa, la aragonesista Teresa Solanas, recuerda que el problema se generó bajo el mandato de Villagrasa, pero asegura que el Ayuntamiento sigue dispuesto a mediar para hallar una solución. «Lo que podamos hacer, lo haremos, pero es muy difícil», comenta.


Por su parte, fuentes del Departamento de Industria confirman que el tendido aéreo de El Saso «tiene todos los permisos y cumple todas las obligaciones», por lo que no se puede hacer «nada» para suprimirlo mientras haya clientes conectados a él. «Cuando se desarrolló el suelo se tenía que haber obligado a migrar a la línea subterránea y haber expropiado a quien se negara como se hace siempre», dicen desde la DGA.