Las orugas procesionarias llaman la puerta de algunos pueblos de Los Monegros

Localidades como Frula han tenido que poner en marcha sus propios efectivos para controlar la plaga después de que el Gobierno de Aragón retirase sus servicios. El suave invierno ha favorecido su proliferación.

Un trabajador fumigando en el campo de un pueblo aragonés.
Las orugas procesionarias llaman la puerta de algunos pueblos de Los Monegros

Suelen desfilar en fila de a una y son uno de los ejércitos primaverales más alérgicos. Como cada final del invierno, las orugas procesionarias Thaumetopoea pityocampa -que debe su nombre a la forma que tienen estas orugas de desplazarse en procesión-, han comenzando su descenso desde las copas de los pinos hacia la tierra para cristalizarse a varios centímetros bajo tierra hasta convertirse en mariposas entre verano. En España están consideradas como una de las plagas más dañinas y destructivas para los pinares después de los incendios forestales. También para las personas por las reacciones alérgicas que producen y algunos pueblos aragoneses se encuentran especialmente preocupados por la magnitud alcanzada este año.


La Comarca de Los Monegros y, en especial, algunos de sus pueblos de colonización como Sodeto o Frula son algunos los puntos de la geografía aragonesa más afectados por esta plaga "urticante”. Se encuentran rodeados por una densa masa de pinos donde estas incómodas vecinas cuelgan sus campamentos anualmente, llegando a penetrar incluso en el núcleo urbano.


En Frula, una vez por semana, la brigada del Ayuntamiento fumiga desde hace tres semanas con una moto sulfatadora la parte del pinar más cercana al pueblo; así como el paseo, el patio del colegio o la zona de la piscinas donde la procesionaria es intensa y pone en riesgo a la población. "Y esto no ha hecho más que empezar como quien dice", asegura el alcalde de Sodeto, Joaquín Monesma.


Desde el consistorio se quejan de que el Gobierno de Aragón retiró hace un par de años el servicio gratuito de fumigación "por los recortes presupuestarios" y, ahora, son los municipios los que se tienen que hacer cargo de controlar este problema y no el servicio provincial de Medio Ambiente. "Antes bastaba con hacer una llamada y la brigada venía con el camión atomizador a fumigar, pero el año pasado dejamos de contar con este servicio", explica Monesma, quien se siente molesto por la situación. "Este año hemos tenido que tomar medidas porque la plaga es mucho mayor que la del año pasado debido a la suavidad del invierno y por parte de los vecinos comenzó a existir una preocupación que teníamos que resolver", añade el primer edil, quien asegura que las orugas llegan hasta las puertas de sus casas.


En Sodeto no son muchas las que llegan hasta el casco urbano, pero su alcaldesa, Rosa Pons, asegura que es increíble ver como sus hileras rugosas atraviesan los caminos de lado a lado. "El otro día me comentaban unas vecinas que fueron a jugar a la petanca cómo mientras se sentaron a descansar un rato en un banco, unas orugas provocaron una reacción alérgica en la espalda de una de ellas", recuerda Pons, quien también critica la retirada del servicio por parte del Gobierno aragonés. "Llevaban fumigando al menos diez años y la plaga estaba controlada, sin embargo, ahora estamos otra vez igual", lamenta la alcaldesa. "Vamos a tener que sulfatar, aunque con el tema de la estabilidad presupuestaria y los ajustes, a ver qué podemos hacer", añade.


La suavidad del invierno ha favorecido su supervivencia

La representante de la Asociación Nacional de Empresas de Control de Plagas Aragón, Marta Naya, asegura que la suavidad de las temperaturas invernales ha sido "clave" en la cantidad de orugas procesionarias que este año pueblan Aragón. "No ha habido grandes heladas y el mercurio del termómetro no ha bajado tanto como para sobrepasar el umbral del frío resistido por este tipo de insectos", explica la experta en control de plagas.



Normalmente, las larvas procesionarias no sobreviven por debajo de los 12 grados bajo cero y necesitan que durante el día la temperatura en su nido supere los 9 grados y por la noche la ambiental no baje de los 0 grados.

Riesgo sanitario

Esta plaga no sólo se ha convertido en un problema para los pinares españoles, sino que también supone un riesgo sanitario para niños, adultos y animales domésticos y mascotas ya que, el simple contacto con esta especie, puede producir dermatitis, lesiones oculares y fuertes reacciones alérgicas o urticarias. Los pelos urticantes de la oruga liberan taumatopenia, una toxina que ocasiona una dermatitis tóxico-irritativa al individuo que entra en contacto con ella. Es un proceso muy semejante a una reacción alérgica aguda.


Prevención y control para combatirla

Los métodos de control habituales para combatir esta plaga son la destrucción de los bolsones, el empleo de trampas de feromonas, la instalación de barreras físicas o el empleo de productos químicos.


No obstante, la elección de los mismos, debe efectuarse valorando factores como el ciclo biológico en el que se encuentre la plaga, las condiciones ambientales, el nivel de infestación o la minimización del posible impacto sobre el medio, los animales y el ser humano. "En ningún caso deben quemarse las bolsas porque los pelos urticantes pueden producir una intoxicación", advierte Naya.