El asesor que no dio la carta del exetarra a Madariaga asume que fue «un error»

Urquijo negó ayer que la misiva originara su destitución y dijo tener la conciencia tranquila porque no fue un acto de censura.

Txema Urquijo, el exasesor de las víctimas del Gobierno vasco que fue destituido el pasado miércoles, reconoció ayer que al quedarse con la carta que el exetarra Kepa Picabea envió al exguardia civil aragonés Miguel Ángel Madariaga pudo haber incurrido en «un error». Sin embargo, rechazó que su modo de proceder respondiese a la intención de ejercer la «censura» o de «ocultar algo» a la víctima. Por ese motivo, subrayó que tiene «la conciencia tranquila» a este respecto.


Urquijo sostiene que la polémica por la misiva, por la que Covite (Colectivo de Víctimas de Terrorismo), al que pertenece Madariaga, pidió su dimisión, no fue la causa de su destitución. Precisó que eran las «diferencias» con el método de trabajo que mantenía con su superior, el secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, con quien dijo que era «incompatible». El exasesor señaló que el Gobierno vasco sabía «desde hace días» todo lo relativo a su decisión de no entregar a Madariaga la carta, aunque «contribuyó a alimentar las sospechas» sobre la influencia de este asunto en su salida del Ejecutivo.


Urquijo dijo que la carta tuvo una «influencia nula» en su cese. Explicó que el preso no quería que el escrito trascendiese a la opinión pública y él estaba convencido de que se publicaría «en 24 horas».