Mequinenza comienza el plan para cerrar su mina

El plan de cierre de la mina podría dar trabajo durante el proceso al 50% de la plantilla.

Los mineros, durante su encierro hace un año
Los mineros, durante su encierro hace ahora un año
O. Duch

La mina de carbón de Mequinenza está cada día más cerca de formar parte de la historia que del presente del pueblo zaragozano. Tras la negativa de Endesa a quemar el mineral extraído por Carbonífera del Ebro, los mineros, trabajadores y el entorno de la explotación se prepararon para asumir la noticia. La mina de Mequinenza no llegaría al horizonte de 2018 marcado para sus homólogas.


En el aire quedaban por saber las conclusiones y el tiempo que resta hasta el cierre definitivo, algo que se ha comenzado a tratar esta semana en distintas reuniones. El comité de empresa de Carbonífera del Ebro han mantenido durante esta semana sendos encuentros con la Dirección General de Minas, representantes del Gobierno de Aragón y con representantes de la Dirección de Minas de Cataluña, que forma parte debido a que la mina tiene situadas en la comunidad limítrofe varias de sus escombreras.


"Las negociaciones van bien encaminadas para adelantar el plan de cierre de la mina, que aunque es la salida más triste al proceso, es la única que puede desbloquear la situación de los trabajadores", explica Juan Gonzalvo, representante de Fitag en Aragón.


El plan de cierre supondría unos trabajos de sellado, seguridad y adaptación al entorno que daría empleo, aunque de forma temporal, a la mitad de la plantilla actual de Mequinenza, unos 40 mineros que en la mayoría de los casos se quedaron sin subsidio a mitad del pasado verano tras decretarse el ERE y cierre -entonces temporal- de la explotación.

Más de un año en el limbo

De concretarse, el acuerdo de cierre llegaría junto con un paquete de ayudas que aprovisionarían a la empresa y los trabajadores después de más de un año pendientes de una resolución que nunca llegó. 2013 comenzaba con el anuncio de que el Decreto del Carbón no contemplaba el uso de la hulla mequinenzana a no ser que un "informe independiente" avalara su calidad. Mequinenza abría así un paréntesis en los más de 100 años de historia de su mina que acabaría por convertirse en un punto final después de que varios estudios enfrentados, encierros en la mina, marchas, y protestas y alegaciones se vieran truncadas con el definitivo no de Endesa a finales del año pasado.


Ni siquiera sus mediáticos encierros en las propias galerías de la mina y en la Basílica del Pilar recondujeron algo la situación, y con el aval de Industria, el cierre se hacía efectivo a falta de los "laboriosos" trámites burocráticos que han comenzado a fraguarse esta semana.


"Cerrar una mina nunca es sencillo, hay que mantener contactos con multitud de administraciones, pero por el momento parece que ha habido consenso para que el proceso se lleve de la forma menos traumática posible", comenta Gonzalvo, que sin embargo asegura que una vez superado este escollo, no hay ninguna opción abierta ahora mismo para la recolocación completa de los trabajadores.


"El cierre de la mina es un antes y un después para Mequinenza", comenta la alcaldesa del municipio Zaragozano, Magdalena Godia (PSOE), que valora que aunque la mina solo daba en la actualidad empleo a unas 60 personas entre trabajos directos e indirectos, el cierre de una actividad "y más tan arraigada como la minería siempre supone una tristeza para una población".


En los últimos años, al ver como la mina pasaba sus peores épocas tras un siglo de vida, Mequinenza ha ido reconvirtiendo sus recursos hacia la agricultura, la pesca y el turismo, puntal este último que ha sido reforzado precisamente con un 'Museo de la Mina' que a partir de ahora quedará como testigo único de la explotación.