Agricultura

En busca del Edén contra el fuego bacteriano

Los agricultores de la comarca de Calatayud, asolada por esta afección, han comenzado un proyecto piloto que busca dar con una solución a este mal sin cura.

Una planta afectada por el fuego
Una planta afectada por el fuego
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Más de 1.000 hectáreas de frutales afectadas, un 10% de ellas totalmente erradicadas, y unas pérdidas que se cuentan por cientos de millones de euros. El fuego bacteriano, una enfermedad sin cura y que descompone las plantas en cuestión de semanas, lleva desde 2011 asolando los terrenos de la comarca de Calatayud, donde se ha extendido por sus 67 términos municipales.


Esta enfermedad vegetal, que afecta especialmente a los perales, se detectó en la región oficialmente hace un par de años en una pequeña finca en el entorno del Manubles. Entonces, la DGA activó un plan de prevención que, a dos años vista, se ha revelado completamente inútil. "Es una plaga que acaba con todo", describe Francisco Ponce, delegado de UAGA en Calatayud, que cuenta como actualmente todos los agricultores de la zona se encuentran "totalmente desprovistos de cualquier ayuda" para prevenir este mal.


La hecatombe ha sido tal que a comienzos de este año la DGA tuvo que anunciar que la comarca de Calatayud dejaba de considerarse 'zona protegida' para pasar a ser la primera 'zona de convivencia' del fuego bacteriano en Aragón. El cambio de condición, además de asumir el fracaso de las medidas tomadas, tiene consecuencias económicas directas para los agricultores. Antes, el agricultor que tenía que arrancar sus frutales recibía una compensación que, ahora, debido a estar en una zona de convivencia -en la que se considera que la enfermedad está ya instalada de forma irreversible- se han cortado.


"Solo queda la opción de arrancar la planta antes de que se extienda", explica Ponce, quien afirma que los afectados podían llegar a recibir unas indemnizaciones de hasta 12.000 euros por hectárea perdida. Para los agricultores de la zona resulta una injusticia que solamente a ellos se les haya considerado zona de convivencia, tendiendo en cuenta que el fuego ha llegado a otras regiones como Valdejalón, donde siguen cobrando los subsidios.


El consejero de Agricultura, Modesto Lobón, explicó en febrero de este año que hay voluntad política para actuar, pero que "es una enfermedad de muy difícil control" y que las arcas públicas no cuentan con la remesa suficiente para cubrir todas las indemnizaciones solicitadas en Calatayud. De hecho, según UAGA, el Ejecutivo confesó a los agricultores que debido a la virulencia de la enfermedad la única vía que queda es "que en cuestión de un par de años todas las comarcas se consideren zonas de convivencia".

Una hectárea para salvar miles

Ante esta situación, todos los afectados se han puesto a trabajar en un proyecto que dé por fin una salida a la afección, que se estima que en toda España ha causado ya pérdidas de más de 1.000 millones.


El plan consiste en testar en un terreno de apenas 1,3 hectáreas variedades de frutas que puedan ser resistentes al fuego. De hallar tan solo algunas, podría ser el mayor avance en la lucha contra esta enfermedad que resulta imposible de tratar. "Tenemos ya el terreno preparado, y estamos analizando el suelo para saber qué opciones manejar", cuenta Francisco Ponce, que está coordinando el proyecto junto con otros delegados.


En principio, el mayor horizonte a tratar es saber si especies como la pera Elliot, procedente de California y que ya se ha comenzado a introducir en Francia, podrá cultivarse bien en la zona. "Es una variedad distinta -tiene un color rosado- pero ha funcionado más o menos bien en los mercados que se ha introducido", comenta el representante de UAGA. De funcionar, este nuevo tipo de pera repondría de nuevo la lastrada economía agraria bilbilitana.


"Tenemos ilusión y ganas de demostrar que nosotros mismos podemos dar con una solución", comenta Ponce, que explica que se le ha pedido a la DGA que reinvierta el dinero ahorrado con las indemnizaciones en esta particular búsqueda del Edén frutícola. El día 15 de diciembre los técnicos del Gobierno de Aragón estudiarán la viabilidad del proyecto, último resquicio de un sector que este año, entre plagas, enfermedades, y tormentas acusó pérdidas millonarias en la comunidad.