Comercio

Las crisis de las joyerías

Desde 2012, casi 100 joyerías, relojerías, platerías y bisuterías han cerrado sus puertas en Zaragoza por la disminución del consumo de joyas.

“Hace diez años había seis o siete joyerías en la calle Don Jaime, pero ahora solo queda una”, aseguran en la Asociación de Joyeros y Relojeros de Aragón. Este es solo un ejemplo de la situación de las joyerías zaragozanas. Desde 2012, casi 100 joyerías, relojerías, platerías y bisuterías han cerrado en la ciudad. Frente a las 337 empresas dadas de alta en la Cámara de Comercio en 2012, a principios de este año solo quedaban 245, un 27,3% menos.


Las joyas han sido tradicionalmente la marca del status social, algo que hoy ha cambiado. “Las joyerías sufren una doble crisis” explican desde la Asociación. A la crisis general, se le añade la propia del sector, que arrastran desde hace más de una década. “Ha habido un cambio en los gustos: antes se compraba como inversión y ahora se busca el diseño y los materiales no preciosos”, explican.


Además, los consumidores prefieren gastar su dinero en otros productos, como la electrónica o los viajes, aseguran, lo que ha perjudicado al sector. La disminución de celebraciones religiosas como bodas y comuniones también se ha producido una bajada en las ventas.


“La crisis se nota mucho”, reconocen además desde la Relojería-Joyería Pérez de Mezquía. Las joyas y los relojes no son artículos de primera necesidad y “es en lo primero que se recorta”. La disminución del consumo ha afectado en especial a los relojes de alta gama. “De oro casi no se vende ninguno”, asegura. Los artículos de precio medio o bajo y con un diseño moderno se mantienen mejor, aunque los efectos de la crisis también llegan a ellos.


Las reparaciones de relojes sí que han aumentado “aunque mirando el presupuesto”, aseguran. Antes de comprar un nuevo aparato se comprueba si se puede arreglar, aunque si el precio es elevado tampoco se acepta.


La mayoría de las joyerías zaragozanas tienen productos de gama media y son familiares. Durante generaciones han pasado de padres a hijos, una herencia que en ocasiones se rechaza. “Los herederos no quieren seguir porque no es un sector rentable o porque tienen miedo”.


Seguridad a prueba de terremotos


Los robos son una de las sombras que amenazan al sector, aunque en la asociación los aseguran que no son habituales y que solo puntualmente han sido motivo de cierre. Además, las joyerías tienen obligación de protegerse bien.


La normativa del Ministerio de Interior les obliga a tener una cámara acorazada o una caja fuerte de apertura retardada, conexión con un servicio de alarma, puertas blindadas e incluso detectores sísmicos para descubrir intentos de realizar un butrón.