Sanidad

El 90% de las familias aceptan la donación de órganos en Aragón

Durante los tres últimos años, entre el 87,5 y el 90,6% de los familiares de un fallecido que pudieron realizar donaciones lo hicieron. En 2012 hubo 34 donantes muertos y 10 vivos.

Hospital Universitario Miguel Servet
Hospital Universitario Miguel Servet
G. C.

Las encuestas dicen que entre un 56 y un 58% de los españoles donarían sus órganos o los de sus familiares, mientras que el resto no tienen clara su opinión o se muestran en contra de esta idea. La realidad es que solo un 10% de la población tiene carné de donante y, lo increíble, que cuando llega el momento de la verdad, hasta un 90% de las familias aragonesas aceptan donar los órganos de un allegado en muerte cerebral. Entre los primeros datos y los últimos se encuentra el trabajo de los coordinadores de trasplantes y el resto de personal del Servicio Aragonés de Salud, que han convertido a la Comunidad en un ejemplo a seguir cuyo modelo incluso se ha intentado exportar a otros países.


Mientras en algunos países, a los que recientemente se unió Chile, todos los ciudadanos son donantes a no ser que manifiesten lo contrario, en España es la familia del fallecido quien tiene la última palabra. Eso sí, después de un proceso para ayudar a sus personas más cercanas a asimilar la tragedia y tomar una decisión respecto a la donación. “Lo primero es el respeto a la voluntad del fallecido cuando estaba vivo. Quien dice sí o no es la familia, pero ellos nunca quieren contradecir los deseos que tenía la persona a la que acaban de perder”, asegura José Ignacio Sánchez Miret, coordinador de Trasplantes de Aragón.


“Cuando el familiar tenía el carnet de donante o se había pronunciado a favor de la donación no suele haber muchas dudas, pero si no tratamos de que ellos mismos reflexionen sobre qué pensaría esa persona: les preguntamos si era generoso, si le gustaba ayudar a los demás, qué hubiera hecho si un familiar hubiera necesitado un órgano en vida o si para él o ella hubiera sido importante ayudar a vivir a otras personas”, profundiza Sánchez Miret, quien desarrolla la labor de apoyo a los familiares junto al resto de coordinadores de la Comunidad, que se reparten entre el Servet (2), el Clínico (2), el Royo Villanova (1), el San Jorge de Huesca (1) y el Obispo Polanco de Teruel (1).


Pero, antes de la decisión, desde el preciso instante en el que se produce el aviso de que un posible donante se encuentra en estado de muerte cerebral, comienza un proceso que puede durar desde varias horas a más de un día. “El coordinador de trasplantes establece una relación de ayuda con los familiares, que deben afrontar una muerte que en la mayoría de los casos llega de forma inesperada. Esas personas deben entender que su familiar ha fallecido, lo que es difícil cuando está conectado a un respirador y todavía mantiene el color o la temperatura corporal gracias a una manta térmica”, continúa el doctor: “Tenemos que lograr que sean conscientes de que la muerte encefálica es la verdadera muerte del individuo y que esa persona tan querida puede convertirse en un héroe y realizar un último gesto generoso que ayude a salvar una, dos, tres o incluso más vidas”.


Apoyo a las familias


“Sabemos qué necesitan las familias porque nos comunicamos con ellas. Nos preocupamos por conocer qué es lo que les hace falta e intentamos dárselo”, resume el coordinador de Transplantes de Aragón. A lo largo del año pasado, tan solo el 12,5% de los familiares decidieron no donar los órganos, y en los años anteriores esta cifra todavía fue menor. Un 9,4% de negativas en 2011 y un 10,4 en 2010, números muy alejados del 27% de 2006, el 25% del 2003 o el 24% de 2002. “La media de negativas en España suele estar entre el 15 y el 20%, y hay regiones que no bajan del 25%”, explica Sánchez Miret. El año pasado hubo 34 donantes con muerte encefálica y diez vivos, la cifra más alta de los años que recoge la Organización Nacional de Transplantes del Ministerio de Sanidad.


Pero si los donantes alcanzaron una cifra importante, fueron muchos más los que a lo largo del 2012 se beneficiaron de estos generosos actos: más de un centenar de personas fueron trasplantadas en la Comunidad gracias a estas donaciones y en Aragón ya hay unas 2.000 personas que han recibido órganos de otras personas.


Una buena imagen de la Sanidad


Tan importante como el trabajo que realizan los profesionales sanitarios aragoneses para hacer posibles las donaciones y trasplantes es la percepción del sistema sanitario que tienen los ciudadanos. “Uno de los factores que más ayudan es que la familia tenga una buena imagen de la Sanidad y que sepan que si fueran ellos los que necesitaran un órgano nosotros estaríamos haciendo exactamente lo mismo para conseguirlo. Aquí, en España, tiene el mismo derecho un pobre que un rico”, indica el coordinador, quien también destaca la relevancia de que “los familiares sepan que se ha hecho todo lo posible y más por salvar su vida y no crean que se ha cometido ningún error, que la asistencia ha tardado demasiado o que no se les ha tratado correctamente”.


“Hay países en los que hay muchos problemas porque la sanidad no es igual para todos y se niegan a donar órganos porque se creen que van a ser para los ricos”, indica Sánchez Miret, quien tampoco está de acuerdo en las políticas de algunos estados, en los que donar es obligatorio si no se indica lo contrario. “No hay que demostrar la inocencia, sino la culpabilidad. No te pueden obligar a ir a un notario o un registro para dejar constancia de que no quieres donar, ya que la gente siente que se están usurpando sus derechos y se acaba rebelando contra algo contra lo que en principio no estaría en desacuerdo”, analiza el coordinador de Transplantes del Salud. En España, por ejemplo, si fallece un posible donante que no tiene familia ni amigos que respondan por él, no se pueden donar sus órganos.