Zaragoza

Preocupación en Miralbueno por una obra "abandonada" junto a las instalaciones de un colegio

Los vecinos alertan de la ?falta de seguridad y el peligro? que supone ?el mal estado? de un edificio ?sin acabar?, al lado del centro público Miralbueno II.

La obra junto al colegio Miralbueno II
Preocupación en Miralbueno por una obra "abandonada" junto a un colegio
T. M.

Una obra abandonada, a tan solo 10 metros del Colegio Público Miralbueno II, sito en la calle de Íñigo Manuel Marín Sancho, la falta de responsabilidad vial de algunos conductores que “bajan de La Bombarda a más de 50, en una vía en la que no se puede circular a más de 30 kilómetros por hora”, apuntan algunos vecinos del barrio, y “la dejadez” de la zona de nueva construcción de Miralbueno, son las causas que más preocupan a los padres de los alumnos del centro lectivo citado.


Es una verdadera vergüenza que no exista ningún protocolo de seguridad en las inmediaciones de un colegio. Hemos instado al Ayuntamiento, en numerosas ocasiones, a que ponga fin a una situación que finalmente supondrá que ocurra un accidente y lo único que hemos conseguido es que pongan tres vallas en una de las entradas al centro”, comenta Ricardo Berenguer, vicepresidente de la Asociación de Vecinos San Lamberto y miembro del consejo escolar del Miralbueno II.


“A la falta de seguridad que llevamos soportando desde que se abriera el centro, puesto que la zona es transitada por personas conflictivas que han hecho propio el entorno del que incluso desaparecieron los grifos y las placas de caucho del Corredor Verde, se une el abandono de la obra de un bloque de viviendas que, desde el pasado verano, solo cuenta con unas chapas de acero que hacen las veces de separación con la calle”, cuenta Berenguer.


Unas placas que ya han sido objeto de disputas incluso con la constructora responsable de la obra. “En cuanto hace viento, y este invierno ha soplado mucho, las chapas salen volando, con el riesgo que supone si tenemos en cuenta que a tan solo unos metros está el recreo del Miralbueno II. Ahora, las han vuelto a colocar en su posición original, pero esa no es la solución”, estima el vicepresidente de la agrupación San Lamberto.


“Desde el colectivo creemos que buena parte de responsabilidad es del Ayuntamiento, que tampoco ha hecho nada al respecto, sabiendo el peligro que supone el abandono de una obra. También lo hemos puesto en conocimiento de la junta de distrito”.


Una situación que preocupa sobremanera a los padres de los cien alumnos con los que, hasta el momento, cuenta el colegio. “Es una pena que, estando en una zona nueva como es el caso, y tratándose de un centro recién inaugurado, tengamos que preocuparnos por lo que ocurre de puertas para afuera. Los coches pasan a una velocidad que no es normal, y en la obra de enfrente entran y salen indigentes con total tranquilidad a cualquier hora del día”, comenta Andrés G., vecino de Miralbueno.


Hace poco hubo un atropello junto al colegio de Valdespartera. Ojalá no tengamos que lamentar aquí ningún caso similar. Eso sí, como no pongan remedio…”, dice M. B., que lleva a su hija, de cuatro años, al Miralbueno II.


“Esta parte del barrio es como si no existiera. Estamos totalmente olvidados. El mantenimiento del Corredor Verde –a tan solo unos metros del centro lectivo-, no existe y el parque que hay en lo que antes era el antiguo cuartel de aviación está lleno de excrementos de perros. Antes nos quejábamos, pero ahora, habiendo un colegio en las inmediaciones, con más razón”, comenta Isabel Martínez, que también reside en Miralbueno.


Para intentar acabar con “todos estos problemas”, tal y como los define Ricardo Berenguer, “desde el consejo escolar vamos a redactar un plan de seguridad vial, solicitando pasos de peatones elevados, para que al menos los coches y autobuses que acceden al barrio desde Vía Hispanidad y que pasan por delante del colegio se vean obligados a respetar la velocidad máxima de circulación. También solicitaremos, de nuevo, que se valle en condiciones la obra abandonada para evitar desgracias”, concluye Berenguer.