Aragón

La crisis aumenta la prostitución en las calles y pisos

La mayoría de las entidades que atienden a este colectivo han incrementado su actividad en los últimos años. Las personas españolas sin recursos aparecen como un nuevo perfil.

Prostitutas, en la carretera de Cogullada
La crisis aumenta la prostitución en las calles y pisos
J. M. MARCO

La crisis, la falta de recursos y la escasez de trabajo ha empujado en los últimos años a muchas mujeres a ejercer la prostitución en Aragón. Algunas son personas que habían logrado salir de esta situación y que tras quedarse sin empleo se han visto obligadas a volver a ejercer, mientras que otras han iniciado esta actividad por primera vez, en la mayoría de los casos para mantener a sus hijos o familias. A pesar de que la coyuntura económica también ha obligado a muchas prostitutas, sobre todo extranjeras, a trasladarse a otras regiones con más actividad o incluso volver a sus países, la mayor parte de las entidades que trabajan con este colectivo apuntan a un aumento de mujeres y hombres que optan por esta vía para obtener ingresos.


Mientras la actividad en los clubes se mantiene en unos niveles más o menos estables, sí ha crecido la actividad en la calle y en pisos, donde suelen actuar las mujeres que han retomado o iniciado su actividad durante los últimos años. En la mayoría de los casos son extranjeras, pero la crisis también ha producido un pequeño cambio en el perfil de estas personas, entre las que cada vez aparecen más españolas. “Es cierto que cada vez nos encontramos con más casos de este tipo, aunque la mayoría siguen siendo de otros países”, aseguran desde la Fundación Cruz Blanca, que ayuda a las prostitutas a través de su programa O`Cambalache.

Aumentan las atenciones

El aumento de las personas extranjeras y la aparición de un nuevo perfil formado por españolas de unos 40 años “en situación de desesperación” han incrementado las acciones de la mayoría de organizaciones que apoyan y ayudan a este colectivo. El año pasado, Cruz Blanca contactó con 1.050 prostitutas en varias comarcas de Huesca y Teruel, frente a las 557 de 2011. Una cifra que se ha duplicado en un solo año y que prácticamente se ha triplicado desde 2010, cuando fueron 370 las mujeres atendidas. Según sus estadísticas, el 80% siguen siendo extranjeras, mientras que las españolas han aumentado ligeramente hasta alcanzar un ya significativo 20%.


También han notado un crecimiento de la actividad en la organización Médicos del Mundo, que atiende a prostitutas en pisos y clubes de alterne para informarles sobre las enfermedades de transmisión sexual y tratar de prevenirlas, además de ofrecerles atención en la cada vez más solicitada consulta que tienen en su sede. “En 2011 atendimos a 500 mujeres, mientras que el año pasado ya alcanzamos las 700”, explica Erika Chueca, de Médicos del Mundo Aragón. “Se ha producido una progresión continua de la prostitución al abrigo de la crisis, aunque también es verdad que desde que comenzamos en 2008 hemos ido creciendo y teniendo más contacto con este colectivo, lo que también nos ha facilitado el acceso a más personas”, asegura.


Según la experiencia de este entidad, la prostitución se mantiene en las zonas más tradicionales de la capital aragonesa, como Conde de Aranda o el entorno de la plaza de Roma, aunque también han surgido nuevos focos de prostitución. Sin embargo, es en los pisos donde más se ha expandido esta actividad, ya que son lugares más discretos y seguros. En zonas cercanas a Cataluña, como Fraga o Binéfar, también han surgido grupos que ejercen en la carretera debido a las multas que comenzaron a ponerles las autoridades de esta comunidad, desde donde se han desplazado a Aragón. De hecho, a finales del año pasado la Guardia Civil desactivó uno de estos puntos -en un polígono de Binéfar- con la detención del presunto cabecilla de una red ilegal que obligaba a mujeres rumanas a ofrecer sus servicios sexuales.


Cáritas también se mueve

Además de Cruz Blanca o Médicos del Mundo, otras entidades, como APIP (Asociación para la Promoción e Inserción Profesional), el Centro Alba o Cáritas colaboran para mejorar las condiciones de las prostitutas, ayudarles e intentar buscarles alternativas. Esta última lo hace a través de Fogaral, un centro de acogida para mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución. En 2012, al contrario que para el resto de entidades, sus niveles de atención se han mantenido estables después de varios años de crecimiento ininterrumpido. El año pasado atendieron a 209 mujeres y 90 personas de su entorno -más de la mitad hijos menores de edad-, frente a las 236 prostitutas y 95 familiares de 2011. “Algunas de las que había han tenido que regresar a sus países y otras se han marchado a zonas o ciudades con más actividad, como el País Vasco, la costa o grandes ciudades como Madrid o Barcelona”, indica la directora del centro, Marta Jiménez.


Uno de los problemas con los que se encuentran muchas de estas profesionales, según apunta Jiménez, es que se han visto obligadas a bajar sus precios, lo que les obliga a trabajar muchas más horas para poder sobrevivir y, en muchas ocasiones, hacerlo en unas condiciones pésimas. “Algunas se encuentran en situación irregular, por lo que tienen miedo a salir a la calle y ser detenidas”, explica la directora de Fogaral, centro que durante el año pasado atendió a un 73% de mujeres extranjeras, por un 27% de nacionales.


Por países, predominan las prostitutas procedentes de Guinea Ecuatorial (un 30% de las que atendieron en 2012), seguidas por las nigerianas (20%) y dominicanas (7%). También hay un buen número de profesionales procedentes de Brasil o Rumanía, así como de países como Colombia, Ecuador, Marruecos o Bulgaria.


La prostitución, también entre los hombres

Según apuntan desde Cruz Blanca, también han detectado un aumento de la prostitución entre los hombres, aunque sigue siendo minoritaria y mucho más difícil de detectar. “Suelen trabajar en pisos y anunciarse en páginas de contactos, por lo que son más discretos y complicados de localizar”, explican responsables del programa O`Cambalache. Los datos de esta entidad indican que en este colectivo están más repartidos entre españoles y extranjeros, que en este caso representan solo alrededor del 60%.