Instalaciones deportivas

El Parque Deportivo Ebro echa el cierre definitivo

Los usuarios vivieron con resignación el último día de actividad. Los trabajadores temen por su futuro laboral.

Piscinas del Parque Deportivo Ebro
Rechazo al cierre del Parque Deportivo Ebro
EFE

No pudo ser un fin de año más amargo. El Parque Deportivo Ebro cerró ayer definitivamente sus puertas entre el cabreo contenido de los usuarios más habituales y el temor de los trabajadores a que se produzcan despidos durante el proceso de reasignación de personal, en especial, de los empleados eventuales (nueve de los 29 que están en nómina). Con la clausura de estas instalaciones, que la DGA ha justificado por su alto coste de mantenimiento y lo obsoleto de algunos de sus equipamientos, se quedarán sin uso cuatro piscinas al aire libre -que ya no abrieron este verano-, cinco frontones, un rocódromo, una pista de hockey de hierba artificial, cuatro pistas de tenis... Y también la única piscina olímpica cubierta que hay en Zaragoza de titularidad pública. El cierre de esta última, además, ha generado grandes problemas a los dos equipos de waterpolo -masculino y femenino- que la ciudad tiene en la máxima categoría: ahora no tienen un lugar donde entrenar y deben buscarse la vida en otras piscinas de propiedad privada, como el Stadium Casablanca.


«Se veía venir. Han dejado que el Parque Deportivo Ebro se fuera muriendo poco a poco para así poder justificar su cierre», opinó ayer una usuaria de la piscina, Lidia Hernández. «No me hace ninguna gracia que la cierren, la verdad -continuó-. Tendré que buscarme otra piscina por Zaragoza, que seguro que será más cara».


Como ella, también la familia Fernández va a echar en falta este centro deportivo. En su caso, porque no podrán seguir con una de sus tradiciones familiares más arraigadas: alquilar el campo de fútbol de hierba artificial a finales de año para que los hombres jueguen un partido, que les sirve como excusa para reunirse todos. «Habrá que buscarse otro sitio, aunque lo hemos hecho siempre aquí», explicó una de las mujeres que estaba viendo la 'pachanga', Ruth Sebastián. Además, ella le tiene un cariño especial a estas instalaciones porque cuando era pequeña solía venir con sus amigas. «En mi colegio había mucha gente de La Almozara y del Casco, así que solíamos venir a estas piscinas en verano», recordó.


Lo cierto es que los vecinos de La Química son los que más van a echar de menos las instalaciones del Parque Deportivo Ebro. Y no porque les pillara cerca -la mayoría tenían que coger el coche después de que se suprimiera este verano la parada del 27-, sino porque este barrio de Zaragoza no tiene ninguna piscina más: el Soto y el Tiro de Pichón son privados y hace falta ser socios.


Por su parte, el Gobierno de Aragón sigue buscando capital privado -y acuerdos con federaciones deportivas- para que las nueve hectáreas de este emblemático centro deportivo no se sumen a la lista de espacios públicos abandonados.

A corto plazo, queda por saber qué harán los 29 trabajadores del centro. El personal eventual está convencido de que se les despedirá, mientras que los funcionarios seguirán en sus respectivos puestos hasta que se les encuentre una nueva ubicación.