Vivienda

"Subastan mi casa y me siento estafado"

El piso de José Manuel Calviño, de 42 años, ha salido a subasta esta mañana por impago. El colectivo Stop Desahucios le ha apoyado en su intento de frenar la subasta.

Esta vez la presión popular del movimiento Stop Desahucios no ha conseguido frenar una subasta. José Manuel Calviño, de 42 años, está a punto de perder su vivienda. Este jueves por la mañana su piso ha salido a subasta, pese a los recursos presentados por su abogado y por una voluntaria vinculada a Stop Desahucios.


José Manuel vive con uno de sus dos hijos en este piso, en el calle Conde de la Viñaza (en las Delicias). Esta mañana se ha subastado el piso después de tres intentos anteriores.


"La primera subasta fue el 15 de septiembre de 2011. Se paralizó porque llegamos a un acuerdo y entregué 22.000 euros. Pero después, sin previo aviso, volvieron a iniciar el procedimiento hipotecario. La segunda fecha para la subasta fue el 10 de mayo de 2012, y también se paralizó. Hubo una tercera cita el 26 de julio y hoy ha sido la última", explica José Manuel.


Este jueves, finalmente, la subasta se ha realizado, sin que se haya presentado ninguna oferta. "Automáticamente, la propiedad pasa al banco, que se queda con la vivienda por el 60% del valor de tasación. José Manuel se queda sin piso y con una deuda de más de 100.000 euros. El siguiente paso será que el juzgado fije la fecha para el desalojo, salvo que un recurso anule la subasta", explica Carmen Espada, economista que colabora en algunos casos con Stop Desahucios Zaragoza.


"Estoy cansado de pelear y decepcionado. Pagué 22.000 euros que no han servido para nada. Me siento estafado. Me han destrozado la vida. ¿Ahora qué puedo hacer? Yo quiero que se pare todo esto y lleguemos a un acuerdo. Nunca voy a poder pagar la deuda", afirmaba nada más salir de los juzgados.


José Manuel compró la vivienda en 2004 y el valor de la hipoteca era de 172.000 euros. Empezó pagando 665 euros mensuales. La cuota fue subiendo hasta los 967, en febrero de 2009, cuando dejó de pagar. "Ganaba 1.000 euros en una empresa del metal. Estaba separado y tuve que hacer muchos viajes a Tenerife para ver a mis hijos. Intenté renegociar con el banco, porque no podía pagar, pero fue imposible", cuenta.


En 2011 sufrió un accidente yendo a trabajar, después se quedó en el paro y comenzó el proceso de ejecución hipotecaria. En marzo terminará de cobrar la prestación por desempleo. Ahora va a recurrir y confía en que aún se pueda revertir la situación. "Estoy sorprendido y muy agradecido por el apoyo ciudadano recibido estos días", subraya.