Movilidad urbana

El acceso de animales al transporte urbano podría ser "perjudicial" para los alérgicos

La presidenta de la Sociedad Aragonesa de Alergología considera que la nueva ordenanza no debería aprobarse por respeto a este colectivo, al que siempre se recomienda "evitar el contacto con el animal".

Laura C., usuaria habitual del transporte público.
El acceso de animales al transporte urbano podría ser "perjudicial" para los alérgicos
P. B. P.

"Las normas de convivencia son importantes y hay que ser tolerante, pero si un paciente está muy sensibilizado al epitelio de perro o de gato y coincide en una línea con ellos durante un periodo prolongado le podría producir síntomas", sostiene la doctora Nieves Segura, presidenta de la Sociedad Aragonesa de Alergología, tras conocer la nueva ordenanza que permitirá el acceso de animales al transporte público.


"Nos preocupa sobre todo el paciente asmático porque se va a meter en un medio que necesita usar a diario y lo primero que recomendamos al diagnosticar esta enfermedad son medidas de evitación", lamenta la doctora.


Los síntomas varían en función de lo sensibilizado que esté un paciente al epitelio de dicho animal, pudiendo provocarle desde una rinitis leve, una conjuntivitis o una urticaria hasta una crisis de asma. "Lo que influye -explica la doctora- es el alérgeno, que está presente en el sudor, en la saliva y en la caspa de los animales". Por eso, añade: "en un autobús es más probable que se den estos síntomas, ya que el tranvía tiene un circuito de aire en continua renovación".


A su juicio, la solución sería "restringir" el acceso de estos animales para que los pacientes afectados no tengan contacto con ellos y evitar así cualquier tipo de reacción alérgica. No obstante, considera que la nueva ordenanza "no debería aprobarse por respeto a este colectivo".


Un 10% de niños zaragozanos, alérgicos al epitelio de gato


Según una tesis realizada por investigadores del Hospital Clínico de Zaragoza, un 7% de niños zaragozanos son sensibles al epitelio de perro y un 10,3%, al de gato. "El porcentaje de afectados es lo bastante significativo como para preguntar", sostiene la alergóloga Nieves Segura, convencida de que es importante "consensuar" teniendo en cuenta que existen estas afecciones.


El estudio, basado en pruebas cutáneas positivas en población de 10 a 12 años, desmuestra que el antígeno de gato es más potente "habitualmente" y existen más pacientes sensibilizados a este. Es el caso de Laura C., a la que diagnosticaron hace cuatro años este tipo de alergia. "Si yo entro en un autobús en el que han estado tres gatos y el ambiente está muy cargado, sé que me pondré mal porque lo noto enseguida", confiesa.


Cuenta que este verano tuvo que ir a urgencias tras sufrir una reacción alérgica "bastante fuerte" por compartir espacio con un gato. "Había estado en casa de unos amigos que tenían un gato de angola que soltaba un pelo muy fuerte, y aunque lo tenían todo muy limpio, porque sabían mi problema, se me hinchó el labio y me salió un sarpullido en la cara que me picaba horrores", señala.


Una situación "conflictiva"


Según la doctora Nieves Segura la mayoría de personas que son alérgicas al epitelio de perro o de gato es porque han tenido animales en casa. "Uno se sensibiliza a lo que tiene contacto, aunque no siempre tiene por qué ser así", añade. En cualquier caso, reconoce que la medida más efectiva para el paciente alérgico es evitar el contacto con el animal. "En el caso del polen tú no lo puedes evitar, pero con los animales las medidas de evitación son muy eficaces, aunque desde el punto de vista afectivo son muy costosas", advierte. Por este motivo, considera "conflictivo" que estas personas "que se han quitado a su mascota del domicilio por su afección" tengan que compartir espacio con los animales de otros.


"En la vida cotidiana no vas a decirle al vecino nada, pero en un medio cerrado la exposición al alérgeno, aunque haya una renovación del aire constante, siempre va a ser mayor", apostilla.


Por su parte, Laura lo tiene claro: "Yo les pediré que, por favor, se aparten si hay espacio o si no me apartaré yo porque obviamente estar estornudando todo el rato, lagrimeando y con escozor de garganta no es lo más cómodo para mí". Para aliviar los síntomas toma todas las mañanas un antiestamínico oral, pero si empeorara al acceder los animales al transporte público, asegura que tendría que usar "algún tipo de inhalador, para estar mejor".


Para evitar problemas, doctora y paciente coinciden en que "tiene que haber un pacto de respeto por las dos partes" antes de que entre en vigor la nueva ordenanza. "Si tanto los propietarios de los animales como los que no pudiéramos llegar a un acuerdo sería lo ideal, pero al principio pienso que va a costar adaptarse porque nos juntamos muchísimas personas y ya hay bastantes follones de normal", advierte esta usuaria de transporte urbano.