Recortes sociales

El retraso en los pagos asfixia a la Fundación Benito Ardid

La administración les debe más de 250.000 euros en nóminas y subvenciones. Trabajadores del centro y familiares de discapacitados temen el cierre de la Fundación.

Discapacitados y familiares protestan contra los recortes.
El retraso en los pagos asfixia a la Fundación Benito Ardid
P. B. P.

Discapacitados, familiares y trabajadores de la Fundación Benito Ardid han vuelto a salir a la calle este martes contra los recortes y el retraso en los pagos por parte de la administración. El Gobierno les debe alrededor de 250.000 euros en nóminas y subvenciones, lo que -según señalan- impide pagar a los proveedores servicios básicos como "la luz, la carne y el pan". Esta asfixia económica desencadenada por los recortes hace que muchas familias y trabajadores del centro empiecen a plantearse el cierre de la Fundación.


"Si las empresas no tienen faena para darnos a nosotros y el gobierno no nos apoya... los chavales se van a tener que quedar en casa", advierte Honorio González, responsable de talleres en Adislaf. "Para subsistir tenemos que ir tirando de préstamos que vamos pidiendo a los bancos, pero va a llegar un momento que no nos van a conceder más", denuncia Gemma López, responsable de la Fundación.


A pesar del retraso en el pago de sus nóminas, el personal de apoyo del centro asegura que va a seguir trabajando "independientemente de que este mes hayamos cobrado o no". Algunos de ellos, como Honorio, llevan más de 25 años en esta lucha y ahora lamentan que "todo lo conseguido durante 40 años" se esté viniendo abajo.


Según señalan, 18 de los 27 discapacitados afectados por el ERE en el centro de manipulados siguen acudiendo a la Fundación, donde además de las diversas actividades que los mantienen ocupados, reciben también "apoyo psicológico" estos días. "Es algo horroroso porque aparte del trabajo, tienen allí su vida social. Muchos se preguntan ahora qué va a ser de ellos otro mes más", añade Gema.


Apoyo de vecinos del barrio


Ataviadas con el pañuelito verde, distintivo de la Fundación, algunas vecinas del barrio se han sumado a la causa y han elogiado su lucha a favor de los derechos de los discapacitados. "La mayoría de ellos estaban escondidos en sus casas y el centro hizo que salieran y se formaran como personas", advierte Pepa, vecina del barrio de Las Fuentes que a lo largo de estos años ha visto de cerca la evolución de los chavales del centro. "Ahora tienen motivaciones, ilusiones, un desarrollo personal. Han adquirido una dignidad que antes no tenían", apostilla Mari Cruz.


Por esa dignidad, van a seguir manifestándose "un día a la semana" hasta conseguir una respuesta por parte de la Administración. "¿En qué quedará esto? Pues no lo sé..." comenta Luis con gesto triste. "La cosa está bastante parada. El gobierno tiene muchos frentes abiertos y de momento luz en el túnel no vemos. No sabemos qué nos deparará el futuro a día de hoy", concluye Honorio.