Venta ambulante en Zaragoza

Prohibido gritar en el rastro

Esta y otras medidas, entre las que destaca que no se puede ser propietario de un puesto más de diez años, forman parte de la normativa europea que regula la venta ambulante y que recientemente ha entrado en vigor en Zaragoza.

El rastro de Zaragoza
Prohibido alzar la voz en el rastro
T. M.

Al borde del precipicio. Así aseguran encontrarse algunos comerciantes del rastro tras la entrada en vigor de la normativa europea, puesta en marcha recientemente en Zaragoza, que regula la venta en mercadillos ambulantes. Entre sus restricciones, que cuentan con sanciones que van de los 60 a los 300 euros, la prohibición de vender productos de segunda mano, alimentación, animales, plantar puestos ‘a barullo’ –sobre el suelo-, y las dos más criticadas por los afectados: no alzar la voz y no poder ser titular de un puesto más de diez años.


“Llamar la atención de los clientes ofreciendo lo que vendemos no hace daño a nadie. Es la salsa y lo que hace especial al mercadillo, un atractivo más. Me parece una prohibición escandalosa, totalmente fuera de lugar”, argumenta Esther Jiménez, presidenta de Mercados Ambulantes de Aragón.


Deberían preocuparse más de otras cosas como la falta de servicios que hay en esta zona, que ni siquiera contamos con un teléfono público, y tener un mercado digno en vez de prohibir tanto”, apunta Jiménez, a quien además de esta nueva restricción, lo que más preocupa es “no llegar a la jubilación con el trabajo que he desempeñado toda mi vida”. “Ahora nos dicen que no podemos estar más de diez años como titular de un puesto. Yo, cuando tenga que traspasarlo no habré cumplido los 65. ¿Qué haré entonces hasta que me jubile?”, se pregunta Esther. “La gran mayoría de los comerciantes no estamos de acuerdo con esta medida, pero parece que no hay marcha atrás”, asegura Jiménez..


Una opción que tampoco convence a Ángel Hernández, que tiene un puesto de ropa interior. “La venta ambulante está totalmente degradada. Con esta medida irá mucha más gente al paro. Da la sensación de que quieren acabar con los mercadillos porque todo son trabas. Somos autónomos, pero si no plantamos un día y no damos aviso de ello, nos multan”, dice Hernández. “Pasa con todo lo mismo, igual que con lo de gritar. Solo animamos a la gente a comprar y no molestamos a nadie… y menos aquí, que estamos al final de la nada”, cuenta el dueño del puesto.Críticas de lo clientes

No solo los comerciantes se oponen a la nueva normativa. También los clientes habituales del rastro de Zaragoza muestran su malestar ante el reglamento. “Quienes venimos aquí a comprar lo que nos gusta es el ambiente. El escuchar cómo nos cantan los precios para llamar nuestra atención”, dice Lorena Bello. De la misma opinión es Anabel García. “Sin oír las ofertas del día en boca de los vendedores ya no será igual”, cuenta la zaragozana.


Pero no todos opinan de la misma manera. Violeta Iranzo tiene un puesto ambulante de perfumería desde hace 22 años. “La normativa hay que respetarla. De hecho hay ciertos puntos que me parecen acertados como la venta de artículos segunda mano. Es lógico que se prohíba, aunque solo sea por higiene. Ahora bien, lo que no me parece oportuno es que no pueda haber puestos de alimentación, por ejemplo. Si el propietario cuenta con el carné de manipulador y tiene todo en regla, no sé dónde está el problema”, asegura Iranzo.


Por su parte, José Hernández, anticuario y presidente de la Asociación de Promoción Gitana de Zaragoza asegura, en relación a la venta de artículos de segunda mano, “que es una manera de atajar la competencia desleal que hay y mucha”. “La prohibición hace referencia solo a ropa y lo veo lógico porque se han de cumplir unas determinadas medidas”, concluye Hernández.