JUICIO EN LA AUDIENCIA PROVINCIAL

La mujer acusada de intentar asesinar a su hija de 8 meses asegura que oía voces

Los hechos ocurrieron en una vivienda de Muel donde una mujer de nacionalidad marroquí vivía con su marido, su cuñado y su hija, que sufrió fuertes golpes que le causaron fractura craneal frontal, en la órbita ocular izquierda y una herida que dejó al descubierto el hueso del cráneo.

La mujer acusada de intentar asesinar a su hija de ocho meses al creer que estaba poseída por el demonio ha declarado en el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de Zaragoza, que intentaba protegerla porque oía voces que le decían que no era su hija y que no tenía ninguna intención de hacerle daño.


Los hechos ocurrieron el 7 de octubre de 2010 en la vivienda en la que la mujer, Hakima B.M., de nacionalidad marroquí, vivía en Muel con su marido, su cuñado y su hija, quien sufrió fuertes golpes que le causaron fractura craneal frontal, en la órbita ocular izquierda y una herida que dejó al descubierto el hueso del cráneo.


Hoy, en el juicio, la acusada ha reconocido que tiró a su hija al suelo una vez y ha afirmado que no le golpeó fuertemente en la cabeza ni le dio patadas, que no recuerda que la niña se lesionara la cabeza y que no es consciente de lo que ocurrió ese día.


La mujer, que ha requerido la asistencia de un intérprete, ha afirmado que a veces sufre ataques de esquizofrenia y que ese día sentía "mucha presión" e intentó proteger a su bebé (que actualmente reside en Marruecos) porque escuchaba voces que le decían que no era su hija.


También ha indicado que no intentó agredir a su cuñado cuanto intervino para parar la agresión, mientras que éste ha manifestado que cuando entró en la habitación al oír gritos la niña sangraba y tenía golpes en la cabeza y la cara, y que "se cayó" al suelo cuando trató de quitársela a la madre.


Por su parte, el marido, quien no reclama por las lesiones que sufrió la niña, ha indicado que uno o dos días antes de los hechos su mujer empezó a "ponerse rara", pero lo que le pasó no había sucedido antes ni ha vuelto a ocurrir, y que su esposa quiere ver a la niña y sufre mucho por ella.

La acusada padece esquizofrenia

La acusada padece esquizofrenia y tuvo un brote psicótico delirante, según han declarado dos médicos forenses, quienes han insistido en que la enfermedad no tiene cura y en que necesita un tratamiento permanente con control estricto, cada 15 o 30 días, porque si lo abandona "automáticamente" puede recaer en conductas similares o de otro tipo igualmente violentas para sí o para otros.


La defensa ha hecho referencia a un informe del Hospital Miguel Servet del pasado 7 de diciembre en el que se afirma que no hay ninguna contraindicación clínica para reiniciar el vínculo madre-hija y, al respecto, los forenses han recalcado que no plantean que no pueda volver a verla nunca, pero han insistido en que la mujer depende de la medicación y requiere un estricto control en su tratamiento.


No se plantea un "ingreso hospitalario, cerrar la puerta y olvidarnos de ella", pero los forenses han reiterado que se trata de una patología grave que puede presentar agudizaciones en cualquier momento y en que "debe de tenerse en cuenta" que la niña está viva, pero podría haber muerto al sufrir lesiones "muy graves" localizadas en una zona vital, mucho más al tratarse de un bebé con las fontanelas craneales sin cerrar.


Además, no descartan que pueda sufrir complicaciones secundarias en el futuro, ya que las secuelas neurológicas pueden tardar en aparecer incluso dos años.


El fiscal tipifica los hechos como asesinato en grado de tentativa con eximente completa de trastorno mental y pide siete años de internamiento en un centro psiquiátrico y alternativamente custodia familiar, si bien ha considerado que en el juicio no se ha presentado un plan sobre el control estricto en el tratamiento que precisa la acusada.


Por su parte, la defensa solicita libertad vigilada y custodia familiar de su marido, porque es quien se ha ocupado de que siga las prescripciones médicas y de que no rompa la orden de alejamiento de su hija, con la obligación de seguir un tratamiento médico externo con control periódico a imponer por el juez.


Al finalizar el juicio, que ha quedado visto para sentencia, la acusada ha asegurado que quiere muchísimo a su hija, que lo que ocurrió no lo hizo "queriendo" y que ha pedido que regrese su hija y en aproximadamente en un mes y medio obtendrá el visado, aunque no sabe si podrá estar con ella.