"Dragón, moguigás!". Un caballero francés lucha encarnizadamente contra un poderoso dragón que lanza fuego y humo a diestro y siniestro. La espectacularidad está servida sin necesidad de gafas 3D ni ‘sensarraunes’. Los pequeños viven esta historia tangible en primera persona, convertidos en guardianes de la integridad del protagonista y su corcel: "¡Cuidado, detrás!", gritaban con la garganta al límite. Los catalanes Pa Sucat y sus ‘Maravillas de Oriente’ fueron los encargados de inaugurar ayer la jornada en el parque José Antonio Labordeta, adonde, un año más, se han mudado las marionetas a pasar las fiestas.

El lugar se ha convertido ya en una cita fija de la chavalería en las fiestas, y en un enclave presidido por el buen gusto. Todo en el Parque de las Marionetas está hecho a escala humana, en el más amplio sentido de la expresión.

Las casetas, de inspiración ‘vintage’, recuerdan al ambiente de las ferias de principios de siglo. Al calor de la frenética música de la Orquesta Zingarozana de Oua Umplute, los puestos que rodean el quiosco de música ofrecen teatrillos de títeres sin solución de continuidad. Pero hay más. Y para todas las edades. No hace falta ni siquiera acompañarse de un niño para descubrir la magia de esta propuesta.

En Le Musée des Oubliettes, los dos euros que entran por un embudo dan derecho a sumergirse en una improbable atmósfera poblada de mariposas que vuelan a manivela o ‘pelotas recalcitrantes’. Fuera, el mayordomo Ambrosio le suena los mocos al enorme monstruo Klar, que asiste al cumpleaños del Yoyo. Todo es posible en un parque donde también esperan a los críos el Salón de los Sueños, el Palacio de los Prodigios, el Teatro Melodías, la Cabeza Parlante las carpas Bagdad y Mágica y la Feria de los Inventos, donde tienen la oportunidad de descubrir leyes básicas de la Física entre juegos.

Hoy, la cosa empieza a las 11.00 con los Titiriteros de Binéfar, Premio Nacional de Teatro Infantil, y su ‘No nos moverán’.