REPRESENTACIONES DE LA VIRGEN DEL PILAR

Las otras imágenes

La basílica está llena de representaciones de la Virgen del Pilar, de todas las épocas y estilos. Muchas de ellas pasan inadvertidas y el visitante no llega a descubrirlas

'Venida de la Virgen', relieve de Pablo Serrano en la fachada principal del Pilar
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CARLOS MONCÍN

La basílica está poblada de imágenes de la Virgen del Pilar, aunque la principal protagonista es, lógicamente, la talla gótica titular.


La Virgen del Pilar que se adora en el templo es una talla de 36 centímetros de altura, tallada en un bloque de madera siguiendo el gusto de la escultura gótica europea de la primera mitad del siglo XV.


Pero junto a esta imagen conviven muchas más, la mayor parte de ellas inadvertidas para el visitante, si no está muy atento en su recorrido por el templo. Descubrirlas puede resultar un apasionante entretenimiento.


La primera representación de la Virgen del Pilar, quizá la más llamativa por sus dimensiones y por ser la que da la bienvenida al visitante, es el relieve que realizó en 1968 el escultor Pablo Serrano para la fachada principal del templo. Un relieve monumental, en el eje de la calle de Alfonso I, y que cambia notablemente de apariencia según la luz que incide en él.


El encargo del Cabildo constituyó un acontecimiento cultural de primera magnitud en la Zaragoza de finales de los 60.


En una de las jugosas entrevistas que realizó en HERALDO Antonio de Yarza al artista, el escultor explicaba su obra así: «Yo creo que este grupo escultórico llegará perfectamente a todo el mundo. Es una escultura popular, desde luego, completamente popular. Me he valido de las representaciones de la leyenda tradicional: una serie de grabados antiguos; después, las cosas escritas; un documento antiguo que me mandó Antonio Beltrán; y, en fin, sobre todo, sobre todo, en lo que hay en la fe del pueblo aragonés sobre la doctrina creada en torno a esta milagrosa aparición. En la parte baja del relieve he puesto unos grupos que representan la influencia de la devoción a la Virgen fuera de España. Son unas cabezas de indios. Vendrían a significar la participación de la doctrina de América. Después, y sobre todo, la fe de los que acompañaban a Santiago Apóstol la noche de la aparición. Y, luego, hay unas figuras que son: la madre con un niño en los brazos; la mujer, que contempla la escena desde una ventana de las murallas de Zaragoza. Después está el hombre, que toma a otro hombre del brazo como despertándolo hacia una posible visión; como un vuelco, otra vez, a la fe en estas cosas, al problema de esta fe. Y luego hay también otras formas humanas, seres que están en expectación contemplando la traída del Pilar que dos ángeles cogen con unos paños en las manos, símbolo de respeto y reverencia».


Pero hay más: existen numerosas representaciones de la Virgen del Pilar tanto en el Museo como en las pinturas que decoran paredes y cúpulas del templo. En el coro pueden verse tres: una rematando la reja, otra en el respaldo tallado del asiento arzobispal y otra más, muy curiosa, en lo más alto del facistol (atril).


Frente a esa imagen de la Virgen del Pilar, de reducidas dimensiones, se dispuso la talla de una mujer rezando, que algunos especialistas han identificado con Doña Godina, y otros con Blanca de Navarra que, en agradecimiento a una curación milagrosa, realizó varias donaciones al Pilar.


En el altar mayor, el respaldo de la sede presbiteral tiene también tallado un relieve en el que está representada. Y en el despacho de la sacristía de la Virgen luce una imagen en plata bellamente cincelada. En algunas de estas representaciones el manto lo lleva como antiguamente, a mitad de cuerpo. Y aún hay otra representación espectacular que suele pasar inadvertida, dentro del aluvión de piezas que se expone en el Museo Pilarista: el púlpito de la antigua Santa Capilla tiene tallada un delicadísima Virgen del Pilar en su frontal. Son solo algunas de las que están desperdigadas por el templo.