LA SANTA CAPILLA

El corazón de la basílica

Desde la cúpula central del Pilar, o desde la cornisa de la nave lateral, pueden captarse imágenes espectaculares del templo. La Santa Capilla ofrece un aspecto inédito

Desde el 7 de noviembre de 1754, fecha en que se colocó la primera piedra de la Santa Capilla, al 21 de septiembre de 1762, cuando fueron consagradas las aras de los nuevos altares, no hubo ni un solo día en que dejara de decirse misa en el Pilar. Ello da prueba de la laboriosidad y la planificación con que se trabajó en la construcción de la Santa Capilla.


La creación más destacada del arquitecto Ventura Rodríguez sigue siendo, hoy como ayer, el corazón de la basílica . Todo parece girar a su alrededor, no en vano guarda en su interior la imagen de María en su Columna.


No hay ni un solo aragonés que no tenga en sus retinas una imagen nítida de la Santa Capilla, y ofrecer una nueva imagen de ella parece imposible. Pero sobre ella, en el tambor de la cúpula central, existe una angosta galería desde la que se pueden tomar imágenes sorprendentes, como la que acompaña estas líneas. Imágenes que no hacen sino subrayar el carácter de obra maestra arquitectónica que posee la construcción.


«Los zaragozanos no somos verdaderamente conscientes de la impresionante obra de arte que es la Santa Capilla -subraya la historiadora del arte Belén Boloqui-. Es una construcción absolutamente excepcional dentro del Barroco académico español, y más si se tienen en cuenta los problemas que planteaba en origen, ya que no está centrada».


Y una obra maestra por muchos motivos. Ventura Rodríguez recibió el encargo al tiempo que se le recordaba la frase que pronunció la Virgen, según la tradición pilarista: «Hasta el fin del mundo estará el Pilar en este lugar». Como quiera que el arquitecto necesitaba eliminar el suelo y derribar paredes y muros antiguos, tuvo que ingeniárselas para mantener la columna y la Virgen en el mismo punto.


La Santa Capilla está concebida como un joyero barroco, como un baldaquino en el que la Virgen adquiere toda su relevancia. De formas sinuosas, cubierta con una cúpula elíptica, fue construida en jaspe de Ricla y Tortosa, y mármoles de La Puebla de Albortón, Granada y Carrara. «Había un modelo anterior, rococó, pero Ventura Rodríguez realizó un diseño estupendo, en el que destaca la armonía y una cierta sencillez de líneas. Hay una clara inspiración romana, berniniana, pero en la vanguardia de lo que se hacía en la época».


Tras la inauguración de la parte arquitectónica en 1762, durante los tres años siguientes se trabajó en la decoración escultórica del interior, en la que destacan las obras de José Ramírez de Arellano, artista cortesano y brazo derecho de Ventura Rodríguez, que ejecutó dos relieves en mármol de Carrara que representan la 'Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza' y 'Santiago y los convertidos'.


«Utilizó, como es lógico, iconografía mariana. Pero no hay que olvidar, como a menudo se hace, que aunque la Santa Capilla es un canto a la Virgen, en ella es insustituible Santiago y su presencia a orillas del Ebro. Solo a partir del siglo XIX es cuando se ha querido ver en la Santa Capilla un homenaje exclusivo a la Virgen», subraya Boloqui.


En el exterior, además de José Ramírez, realizaron esculturas o relieves artistas como Manuel Álvarez de la Peña o Carlos Salas Viraseca, que esculpió escenas como la 'Coronación de la Virgen' o la alegoría de 'La Iglesia, la Monarquía y la Nación ante el Pilar de Zaragoza'. En la parte exterior de la Capilla se ubicó una 'Asunción de la Virgen' que realizó Carlos Salas y que se quería ubicar en el altar mayor.


En suma, un conjunto de una riqueza artística única. Y así lo cantaba en un soneto Leandro Fernández de Moratín: «Estos que levantó de mármol duro/sacros altares, la ciudad famosa,/a quien del Ebro la corriente undosa/baña los campos y el soberbio muro,/serán asombro en el girar futuro/de los siglos...».