PATRIMONIO

El restaurador que la restaure buen restaurador será

La popular 'Bola' del escultor Pablo Serrano fue dañada en un acto vandálico el pasado mes de diciembre. Desde ese momento no ha podido ser reparada porque se trata de una composición de acero muy compleja.

'Unidad Yunta', de Pablo Serrano, en la plaza Sinués.
El restaurador que la restaure buen restaurador será

Dicen que el turolense Pablo Serrano fue un escultor inigualable. La última prueba de su singularidad artística es que, cinco meses después de que una de sus obras fuera vandalizada, no se ha conseguido encontrar a quién pueda restaurarla. Se trata de la pieza 'Unidad Yunta', que lucía junto a una placa en homenaje a José Sinués y Urbiola en la plaza del mismo nombre. Popularmente conocida como 'la bola', la escultura se encontraba hasta hace unos meses junto a la puerta de actores del Teatro Principal. El pasado mes de diciembre, unos salvajes la serrucharon de madrugada, jugaron con ella abollándola y acabaron por lanzarla a la fuente de la misma plaza. Las brigadas de limpieza la recogieron al día siguiente y, desde entonces, aguarda en una nave municipal a que alguien encuentre la fórmula para restaurarla.


«Es de una composición de acero muy compleja y es muy difícil soldarla sin dañar sus formas esenciales», explica el director general de Cultura, Antonio Mostalac, que opina que habría que hacerlo artesanalmente y que los técnicos no pueden evaluar ni el tiempo ni el coste que tendría la restauración. La pieza tiene unas dimensiones de 1,99 x 1,95 x 1,95 metros y lucía en la céntrica plaza desde diciembre de 1976, cuando Ibercaja la donó a la ciudad.


Las 'Unidades Yunta' son frecuentes en la obra de Serrano -también las hay en Madrid- y simbolizan manos entrelazadas construidas en chapa, que sugieren entendimiento o afecto, en este caso, al financiero José Sinués.


Casos insólitos


Mostalac reconoce que, en su vasta trayectoria al frente del Patrimonio municipal, pocas veces se había enfrentado a un caso tan singular, aunque sí recuerda otras 'restauraciones insólitas'. Cita como ejemplo la escultura Augusto Prima Porta, frente al Mercado Central, que fue un regalo de Mussolini a la ciudad en 1941. Esta efigie de César Augusto fue trasladada en febrero de 1992 para hacer una replica que había solicitado el Ayuntamiento de Mérida. Cuando la pieza fue llevada a Fundiciones Villaguz S. A., en Villanueva de Gállego, descubrieron que no era completamente de bronce, sino que al aplicar los óxidos y el fuego para su restauración surgían una serie de agujeros en la estatua. ¿El motivo? Durante la Primera Guerra Mundial, las aleaciones de cobre y estaño eran muy deseadas por lo que se debió recurrir a la fundición con plomo -metal de menor valor- para confeccionar el regalo. Después, hubo que dar una nueva pátina, que es la responsable del color verdoso que muestra la escultura de 'la rana'.


De vuelta a la obra de Serrano, y mientras se busca entre artesanos y profesionales al virtuoso que sea capaz de devolverla a su ser, algunos expertos recelan del acero inoxidable como material escultórico y recuerdan las innumerables veces que las pirámides de Constitución han tenido que ser lijadas (para borrar los grafitis) y han perdido su brillo.