MALVERSACIÓN

Un funcionario de Correos acusado de apropiarse de casi 12.500 euros

Un jurado popular tenía que haber empezado a juzgarle ayer en la Audiencia de Zaragoza, pero no se presentó a la vista.

La Audiencia de Zaragoza dictó ayer orden de busca y captura sobre Antonio L. C., un funcionario de Correos al que se acusa de malversación de caudales públicos por apropiarse de 12.485 euros procedentes de la venta de sellos. Un jurado popular tenía que haber empezado a juzgarle ayer por estos hechos, por los que el fiscal solicita una condena de cuatro años de prisión y la inhabilitación absoluta durante otros ocho. Sin embargo, el empleado no se presentó y el juicio -que iba a durar tres días- tuvo que ser suspendido.


La abogada de la defensa explicó al magistrado presidente del Tribunal del Jurado que llevaba varios días intentando contactar telefónicamente con su cliente, pero que no lo había conseguido. Ante esta circunstancia, se decidió enviar a la Policía Nacional a su domicilio para intentar localizarlo, pero tampoco estaba allí.


La incomparecencia del funcionario supone un importante contratiempo para la Audiencia Provincial, que tuvo que excusarse ante las 27 personas que había convocado para constituir el jurado. Aunque no hubo juicio, todas estas personas tendrán que cobrar las dietas de esta primera jornada. El magistrado les advirtió también de que, en el momento en que el acusado sea localizado, se les volverá a llamar para celebrar la vista oral.


El empleado estaba destinado en la oficina principal de Correos de la capital aragonesa y tenía a su cargo uno de los almacenes en los que se guardan los sellos. Según el fiscal y el letrado del Estado, entre el 1 de enero y el 28 de mayo de 2009, el inculpado efectuó diversas ventas de material filatélico a particulares y empresas. Después, simuló la devolución total y parcial de los sellos con el propósito de apropiarse del dinero en efectivo correspondiente a las supuestas devoluciones.


Posteriormente, el acusado anulaba las facturas emitidas como venta y, al acabar la jornada laboral, descontaba esa cantidad del resultado final. El problema era que realmente nadie devolvía los sellos.