DESALOJO VIOLENTO

La Policía desaloja a los okupas de la cárcel de Torrero tras una carga con tres heridos

Solo se produjo un arresto y entre los lesionados hay dos policías y un manifestante. Los agentes emplearon cinco horas para sacar a los jóvenes, que llegaron a encaramarse al tejado de la vieja prisión.

Momento en el que la Policía cargaba esta mañana contra los manifestantes
Un herido y un detenido en el desalojo de un grupo de ocupas en la cárcel de Torrero
VÍCTOR LAX

El ruido de los petardos y las cacerolas resonó en la madrugada de ayer en Torrero. Once jóvenes se plantaron ante el amplio dispositivo policial organizado para desalojar la vieja cárcel zaragozana, tomada desde el pasado mes de octubre por okupas, que la habían convertido en un centro de reunión y actividades sociales. La intervención se prolongó durante casi seis horas y originó un enfrentamiento entre los agentes y un pequeño grupo de manifestantes, tumulto que se saldó con tres heridos leves (dos policías y un joven) y un detenido.


"¡Venga, arriba!", "¡Torrero, despierta!", "¡Los tenemos aquí!", gritaba una joven desde el tejado de la prisión al comprobar que al menos una decena de furgones policiales rodeaban el edificio. El único que queda en pie tras la demolición del conjunto penitenciario en 2005.


El reloj marcaba las 5.30 y no había amanecido. En el tejado había movimiento. Se adivinaban siluetas en medio de la oscuridad, que proferían cánticos e improperios contra las fuerzas del orden (se desplegaron funciarios de la Unidad de Intervención Policial y de la Unidad de Prevención y Reacción del Cuerpo Nacional, así como de la Policía Local), mientras caían al suelo algunas piedras y papeles encendidos. De fondo también se escuchaban silbidos de okupas que querían alertar a los suyos y al vecindario en general de lo que ocurría.


Los agentes, provisto de una orden judicial, accedieron a la cárcel por las puertas y también por una ventana tras romper la verja. Se colocaron de forma estratégica en torno a la vetusta construcción de 1928, de propiedad municipal, y sus inmediaciones. La Policía Local, en labores de apoyo, cortó el tráfico en la avenida de América, si bien se permitió el tránsito a los autobuses que pasaban por la calle de la Villa de Ansó. Los pocos ciudadanos congregados en la parada del autobús al inicio de su jornada laboral parecían no prestar demasiada atención a lo que acontecía a sus espaldas.


Los policías identificaron a todo aquel con vestimenta 'sospechosa' de pertenecer al colectivo antisistema e impidieron el acceso a la zona de seguridad. Por el barrio se empezaban a reunir okupas y simpatizantes, más de uno avisado por mensajes de móvil. Alrededor de una decena de ellos se arremolinaron en la esquina del bar Galicia, en la calle de Fray Julián Garcés.


Los primeros rayos de luz empezaban a reflejarse en el tejado de la cárcel, donde proseguían con la 'cacerolada' y los gritos, secundados por los jóvenes concentrados en la calle, quienes lanzaron vítores al ver cómo sus compañeros ondeaban una bandera reivindicativa y les saludaban. "¡Torrero, Torrero, okupa y obrero!" fue la proclama más repetida, al margen de los cánticos relacionados con el desalojo. El minutero del reloj se acercaba a las 8.00 y tres jóvenes permanecían en el tejado, con riesgo de caerse al carecer de sistemas de seguridad. Los policías, que subieron con escaleras, no lograban convencerlos para que se entregaran.

 

Carga policial al amanecer

Los hechos captaron la atención de los vecinos conforme el barrio se despertaba. Entonces los ánimos se caldearon. Sobre las 8.45, los agentes cargaron contra los manifestantes (entonces una veintena), entre los que había miembros de colectivos de Torrero, en unos minutos de tensión con empujones, porrazos, patadas y gente por el suelo. Los ciudadanos observaron la escena a pocos metros, en la misma calle, o desde sus balcones.


Dos agentes resultaron heridos. Uno recibió una patada en los testículos, y otro, golpes en la espalda y las piernas, al igual que un okupa, trasladado al Clínico en ambulancia con una herida en el ojo. La Policía Nacional procedió a la detención de Fernando S. G., reducido en plena acera, por un supuesto atentado contra la autoridad (según fuentes del Cuerpo, fue el responsable de la patada).


La Policía Nacional justificó su acción porque los manifestantes invadieron la calzada de la calle de Fray Julián Garcés, comprometiendo su seguridad y la de los vehículos. Como suele ocurrir en estos casos, la otra versión difirió notablemente y los antisistema y los colectivos que les apoyan hablaron de "abuso de autoridad" y de "medida desproporcionada".

A las 10.00 retiraron a los jóvenes sentados en el tejado y reacios a marcharse. Para ello fue necesario ponerles arneses. Unos 35 minutos después, los once 'inquilinos' de la cárcel abandonaron el edificio para reunirse con sus amigos, que les abrazaron como si se de héroes se tratase. Previamente, los agentes les identificaron a la espera de lo que determine el juez.


Los protagonistas de la ocupación son los mismos a los que ya desalojaron del antiguo colegio Lestonnac el 18 de octubre. Nada más ser expulsados, optaron por habilitar un centro social en la cárcel. Se llamaba Kike Mur (como reza una pancarta en la fachada), en honor de un insumiso fallecido en esas paredes en 1997. Organizaban conciertos y actividades diversas.


Los agentes cargan contra una veintena de jóvenes. Los momentos de mayor tensión se vivieron a esta hora, cuando se produjó la carga policial y el único arresto de la mañana. El detenido supuestamente agredió a uno de los agentes.