TRANSPORTE URBANO

Una asociación para poner patas abajo el tranvía

Unos 500 zaragozanos se han unido por internet para pedir al Ayuntamiento que deje subir al tranvía a sus mascotas.

Pilar Badía y su perro Pancho y Alberto López-Bandrés y su perra Tana, ayer en las vías del tranvía del Paseo de los Olvidados.
Una asociación para poner patas abajo el tranvía
ESTHER CASAS

El tranvía ha puesto Zaragoza patas arriba y ellos pretenden lo contrario: ponerlo patas abajo. O, al menos, que sus perros puedan ponerlas cuando este año se estrene el nuevo medio de locomoción. Lo tienen bastante complicado, porque el tranvía se regirá por el mismo sistema que el resto de transporte público de la ciudad, es decir, no contemplará su petición, con la excepción de los perros lazarillo de los invidentes.


Pero este grupo no se desanima y continúa buscando adhesiones a la causa. La idea partió de Alberto Lorente-Bandrés, un enamorado de los animales que, en su visita a la maqueta del tranvía que estuvo ubicada en la plaza de España, se interesó por la posibilidad de que las mascotas pudieran subirse también. "Me contestaron que solo sería posible para los perros guía, pero me animaron a dejar una petición en el buzón de sugerencias", cuenta Alberto. Así hizo? y hasta hoy. No obtuvo respuesta. Entonces, decidió crear una asociación a través de facebook. Las dos páginas que ha montado, 'Que los perros puedan subir al tranvía de Zaragoza' y 'Patas al tranvía', suman casi 500 seguidores.


Entre ellos, está Pilar Badía, una vecina de Valdespartera que contactó con estas páginas web por recomendación de un conocido. "Para los que convivimos con mascotas, son de la familia. Nosotros nos responsabilizaríamos de ellos en el transporte público, como una madre hace con sus hijos en el bus", opina Pilar. Ambos son conscientes de que su petición no agradará a todo el mundo, no solo en las instituciones. "Se tiende a pensar que se van a portar mal o a hacerse sus necesidades, pero eso lo dice gente que nunca ha convivido con un animal", justifica Pilar. Eso sí, ponen sus esperanzas en el hecho de que algunas capitales europeas lo permiten. "Yo en Suiza me he montado en el bus con Pancho -su beagle de cinco años- y no ha habido problemas". "Y yo vi en Praga y Budapest a gente subiendo con sus perros", le apoya Alberto.


En algunas ciudades españolas, también se puede ver una estampa similar. Por ejemplo, en Vitoria, donde recientemente se aprobó una orden para llevar animales de compañía en el tranvía. Eso sí, la normativa establece casos muy determinados. Por ejemplo, que el gato o el perro -están prohibidos reptiles o insectos- pese menos de 8 kilos y nunca ocupe un asiento. También el metro de Madrid deja viajar con perros, siempre que vayan en un receptáculo. Y en ambos casos, se especifica que no resulten peligrosos por su forma, volumen, ruido u olor. "No nos importa que haya que pagar un billete extra por ellos o que haya que llevarlos atados y con bozal, pero nuestra petición no es un capricho, sino una necesidad para mucha gente", apunta Alberto. "Además -concluye Pilar-, sería una forma de cambiar la consideración que se tiene sobre los animales".