ARQUITECTURA

El patrimonio local oculto quiere renacer

Las antiguas fábricas no gozan de la misma consideración que las iglesias, palacios o ermitas, pero también reflejan parte de la historia de un municipio. Solo en la provincia de Zaragoza hay más de 660 ejemplos.

Las autoridades, en una visita a la azucarera de Alagón.
El patrimonio local oculto quiere renacer
AYTO. DE ALAGóN

Por las comarcas hay diseminadas fábricas vacías, con candados en las puertas o convertidas en un conjunto de escombros. Son vestigios de otros tiempos, símbolos de las localidades que permanecen en un segundo plano, eclipsados por lo que tradicionalmente se ha considerado patrimonio. Sin embargo, esos inmuebles vetustos reflejan parte de la historia de sus emplazamientos y poco a poco se impulsan iniciativas destinadas a reconocer el valor escondido en esos ladrillos y muros de hormigón.

Pilar Biel, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, explica que esas edificaciones son exponentes de la primera revolución industrial en Aragón. La mayoría quedaron en desuso y algunas fueron adaptadas. La experta valora la "preocupación" de la DGA. Con la colaboración de las diputaciones y comarcas, la Comunidad es pionera al crear un inventario de patrimonio industrial y obra pública.

Si un internauta accede a la web del Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés Sipca (www.sipca.es) y, en el buscador avanzado de bienes arquitectónicos, introduce la categoría industrial (también hay agrícola, escolar, funeraria?), solo en la provincia de Zaragoza le aparecerán 661 resultados. Un muestrario de la riqueza oculta en los pueblos.

Biel señala que la prioridad pasa por ver cuáles de esos elementos de la primera generación industrial merece la pena conservar y, a continuación, actuar en consecuencia y protegerlos "como edificios que pertenecen al patrimonio histórico-artístico". Subraya que "está costando mucho que la arquitectura industrial sea reconocida, si bien se dan avances". De forma progresiva existe una mayor conciencia colectiva. De la misma opinión es Belén Boloqui, presidenta de la Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), quien destaca que estos edificios servirían para paliar deficiencias en cuanto a la falta de espacios en los que prestar servicios. Eso sí, siempre que la actuación sea "compatible" con la naturaleza del inmueble original. "Acomodar sin destruir", resume Boloqui.

Nuevos usos

Biel menciona la azucarera de Alagón, donde se han mantenido 16 edificios. En ese suelo, como ya se publicó en su día, el Ayuntamiento levantará una estación de autobuses, 1.000 viviendas (libres y protegidas) y habilitará un área comercial y de servicios. A juicio del alcalde, José María Becerril, constituye un importante "polo de desarrollo". El edil confía en que el proyecto vaya ligado a la llegada del Cercanías. A raíz de un convenio urbanístico con dos empresas, se ha fijado un plazo para presentar el plan especial de la unidad de ejecución (marzo de 2011).

Esa situación contrasta con la de la singular azucarera de Calatayud, ubicada frente a la estación del AVE. Se declaró bien catalogado del patrimonio cultural aragonés en 2006, pero el Consistorio no ha previsto ninguna actuación concreta, informó Silvia Lacárcel. Por su parte, en la de Épila, que cesó su actividad en 1968, se conserva el barrio obrero, las chimeneas, dos edificios de hormigón o viviendas de antiguos directivos. Martín Llanas, el regidor (PSOE), comenta que acondicionarán el núcleo urbano, donde residen más de cien vecinos. Después se ejecutarán las obras del vertido y se conectará con la depuradora local.

Al margen de las azucareras, un caso particular es el de Sástago. En el pueblo de la Ribera Baja continúan operativas tres centrales eléctricas interesantes desde el punto de vista arquitectónico. Así, una tiene influencia modernista, y otra, racionalista, mientras que la tercera incluía un barrio obrero, expone Pilar Biel.