HERALDO ABIERTO

Un surtidor olvidado, en las Delicias

En la zaragozana plaza de Huesca, un poste de gasolina lleva más de 20 años esperando ser retirado. Los vecinos piden reiteradamente su desmantelamiento, que no solo depende del Ayuntamiento de Zaragoza.

El surtidor de gasolina de la plaza de Huesca, en el barrio de las Delicias sigue sin desmantelarse.
Un surtidor olvidado, en las Delicias
P. ZAPATER

Hace más de 20 años que dejó de prestar servicio dispensando gasóleo y, sin embargo, todavía permanece allí. El surtidor de la antigua gasolinera de la plaza de Huesca, en el barrio de las Delicias, continúa pendiente de su desmantelamiento. Es una vieja reivindicación vecinal de este barrio que, pese a la insistencia ante el Ayuntamiento para que se quite de allí, no ha llegado a conseguirse.


Según el Consistorio, no actúa porque tanto el surtidor como el depósito subterráneo correspondiente pertenecían a una empresa que ha estado activa hasta hace poco tiempo.


Los vecinos no se explican que un 'legalismo' permita que el viejo surtidor, sin dar servicio, permanezca en medio de la calle. El dispensador de gasolina es testigo del paso del tiempo y del vandalismo; presenta quemaduras, han desaparecido varias de sus piezas... y, pese a todo, allí sigue.


José Luis Zúñiga, presidente de la Asociación de Vecinos 'Manuel Viola', afirma que "la retirada no entraña ninguna dificultad". "Hemos pedido que lo quiten más de un centenar de veces y no hay manera", explica José Luis.


Hasta ahora, el Ayuntamiento asegura que no podía hacer nada al respecto mientras el propietario de la antigua gasolinera tuviera todos los documentos de explotación en regla. Solo mediante una expropiación municipal se hubiera podido intentar retirarlo.


Fuentes municipales confirman que, en la actualidad, la empresa poseedora de esta antigua estación de servicio ha causado baja en su actividad industrial, lo que posibilitará que el Ayuntamiento intente de nuevo rescindir la concesión.


Entre tanto, allí ha quedado el poste de gasóleo, casi como una rompedora escultura, testigo de un tiempo en el que abundaban los surtidores de gasóleo en la ciudad, no solo para automóviles sino, más bien, como despacho de combustible para las estufas de petróleo, en las décadas de los sesenta y setenta. En invierno, la gente hacía fila en los surtidores de la calle Predicadores, en el de la plaza de las Tenerías o en este de las Delicias, provista con sus propias garrafas.


En la actualidad apenas quedan en la ciudad estaciones de este tipo. En la calle de la Milagrosa, perpendicular a la avenida Duquesa Villahermosa, todavía existe una pequeña estación de gasóleo, que también reparte a domicilio.